domingo, 23 de abril de 2017

El cuerpo en relación... un artículo de nuestro libro SIN PODER






Ya puedes encontrarte en alguna esquina, o a la sombra de algún árbol con el libro SIN PODER. Construyendo colectivamente la autogestión de la vida cotidiana. coordinado por Javier Encina y Ainhoa Ezeiza. 

Vamos a ir dando algunas pinceladas de los artículos que componen este libro.

Información sobre el libro http://desempoderamiento.blogspot.com.es/2017/03/sin-poder-primer-libro-de-la-tetralogia.html







El cuerpo en relación: desempoderamiento, ilusionismo social y culturas populares. Javier ENCINA y Ainhoa EZEIZA



Para no perdernos en este laberinto, hemos ido haciendo un recorrido que nos ha ido abriendo hacia un horizonte sin caminos, al que hemos llegado no mediante el pensamiento, ni la frivolidad de saltarnos el sufrimiento de la vida, ni tampoco sus alegrías, sino a través de haceres, pensares y sentires que vamos encontrándonos al poner en relación nuestros cuerpos. Hemos partido de una visión descentrada desde la propiedad: la posesión, apropiación y objetización de la gente (‘Mi cuerpo NO es mío’) para repasar las diversas aportaciones sobre género/sexo/sexualidad que nos ayudan a comprender el laberinto en el que el Poder nos conduce y nos provoca para dejarnos conducir -conduit- (‘Saliendo del laberinto del género, sexo y sexualidad: Introducción’). Y en el andar comprendiéndolo, entrar con una serie de cuestiones con las que poder reflexionar sobre pensares/haceres/sentires que nos faciliten/dinamicen los procesos de encontrarnos con otros cuerpos, rompiendo así el sentido de la Propiedad (‘Saliendo del laberinto del género, sexo y sexualidad: Cuestiones a trabajar pensar/sentir/hacer al ir relacionándonos con otros cuerpos’).

Nunca quise ser dueña ni opresora (...)
libre siempre te dejé libre
si lo más que amo es la libertad
para qué quererte encerrado
si jamás para mí fuiste una propiedad”
Aceituna sin hueso

Trabajar desde los cuerpos en relación viene determinado por los espacios y los tiempos y sus significaciones, por las formas de encontrarnos en estos espacios y tiempos, lo que no tiene nada que ver con forzar dichos encuentros o convocar para que la gente venga, recurriendo a divisiones artificiales (hombres/mujeres/homosexuales/bisexuales/trans...). Debemos defender las formas cotidianas de relacionarnos frente a los discursos institucionales que plantean que toda participación ha de pasar por la constitución de grupos formales, llámese asociaciones de mujeres, llámese paridad en los cargos políticos, o como quiera llamarse. Mucha gente considera que en lo cotidiano no se puede trabajar el género, porque no es explícito, porque no hay discriminación positiva, ni siquiera el mainstreaming. Pero lo cierto es que de esta manera se dinamizan los encuentros para provocar procesos de ayuda mutua, nuevas relaciones, nuevas conversaciones, y también poner en valor antiguas relaciones, antiguas conversaciones que pueden seguir sirviendo en la actualidad.

Si queremos trabajar nuestros cuerpos en relación, no podemos separarlo del desempoderamiento comunitario, educativo, lingüístico, sanitario... ni del ilusionismo social. Si en todos estos ámbitos el diagnóstico de la sociedad por parte de la mayoría de l@s expert@s es que el problema está en las relaciones de Poder, no podemos solucionarlo con más Poder, aunque estos nuevos poderes sean micro (empoderando al colectivo de mujeres, empoderando al colectivo LGTB, empoderando al colectivo gitano, empoderando al colectivo de indigentes...). Todo nos lleva a que la forma de trabajar para salir de todos estos laberintos es el desempoderamiento, que en este caso significa que las estructuras de poder no destruyan la diversidad social y que esta diversidad, desde esa nueva posición, funcione con sus propios ritmos, con sus propias conexiones, ayuda mutua, etc. Esto ya lo hemos vivido en Pedrera, en Las Cabezas de San Juan, en Palomares del Río, en Olivares (Sevilla), en Donostia (Euskadi), y en México. Quizá quienes lo cuentan con más claridad son l@s zapatistas, que muestran que sin un trabajo específico de Mujer, con la horizontalización y el trabajo colectivo, desaparece el manido ‘techo de cristal’ que solamente se puede sostener con estructuras de poder. Por eso, jugar al Poder (que no es lo mismo que hacer una labor de portavocía y/o dinamizadora de los cultivos sociales de una localidad) es jugar a la opresión, a la discriminación y a la destrucción, por muy bondadosas que sean las personas que ejercen ese poder.

“Quienes más han avanzado en los colectivos de producción y comercio, son las compañeras. Hace unos años, fruto del trabajo colectivo de la comandancia, comités e insurgent@s, (sí, también nosotr@s trabajamos para producir y conseguir paga) se destinó una cantidad a cada municipio autónomo para que las compañeras bases de apoyo lo trabajaran en colectivo en lo que decidieran ellas.

Y resulta que salieron mejor administradoras que los hombres, porque en un municipio las compañeras no solo levantaron un colectivo de ganado con éxito, ahora está tan avanzado que ya están dando ‘al partir’ sus vacas a otros pueblos con colectivos de mujeres (‘al partir’ le dicen l@s zapatistas cuando lo obtenido se ‘parte’ a la mitad y esa mitad se le da a otra ‘parte’).

Igual ha ocurrido con las cooperativas de abarrotes: ya están dando préstamo a otros colectivos de región o pueblos y hasta a compañeras individuales.

(...) las mujeres zapatistas están avanzando más que los hombres. O sea que no se está avanzando parejo. Cada vez queda menos de aquel tiempo en que el hombre era el único que aportaba la paga para la casa. Ahora en algunas zonas los colectivos de mujeres le dan trabajo a los hombres” EZLN (2016).



¿Hasta dónde es posible en las culturas populares la libertad de los cuerpos y de las personas?, ¿Hacia dónde queremos caminar? Las culturas populares nos dan tregua con algunas resistencias... mientras la institucional y la de masas se dirigen hacia el otro extremo. En la perspectiva de Carlos Marx, la propiedad privada es la principal fuente de poder social. Entonces, hablar de procesos de autogestión colectiva de la vida cotidiana con las culturas populares desde la base de la libertad es construir procesos de desempoderamiento a todos los niveles. En las culturas populares encontramos formas de resistencia a través de los cuerpos frente a la propiedad y en defensa de la libertad colectiva (ej: yamakasi, deporte sin consumir, lazos de solidaridad secretamente compartidos…).

La apelación al nosotr@s es la que intenta ser eliminada por la sociedad de consumo mediante la simplificación, la manipulación y la personalización, buscando la identificación de los individuos con los modelos de la cultura de masas donde el nosotr@s (construido colectivamente) pasa a ser un yo socializado (utilizando la familia como catalizador), o sea un individuo que al mismo tiempo que se siente único se reconoce (a través del consumo) como miembro de los no excluid@s socialmente. Es por eliminar este nosotr@s por lo que la tecnocracia abandona el discurso ideológico, y abandera el ideal científico-técnico que promete como horizonte la liberación del individuo; arropado por la cultura de masas que hace trascender lo cotidiano de forma desestructurada y vertical. Frente a esto, cuando lo cotidiano trasciende a través de sus propios cultivos sociales, y su forma de apropiación es horizontal, nos encontramos con las culturas populares y sus formas ambivalentes y descentradas de construcciones alternativas.

Tanto el comunismo de estado como la sociedad de bienestar, con sus círculos intervencionistas, han demostrado que el Estado y/o el Mercado no pueden crear un mundo digno; porque ambas incluyen la existencia del Estado y del Mercado como algo separado de la sociedad, potenciando el proceso de individualización del caos, y separando a la gente de su propio hacer, del control de su propia vida.

Nuestra acción no debe centrarse en la toma del poder, ni en el empoderamiento; sino en la autogestión colectiva del poder con el horizonte utópico de su disolución. La autogestión nos cambia la mirada desde la toma del poder al poder hacer, lo que implica saberes, habilidades y quereres. Además, siempre hace referencia a una dimensión colectiva que parte del flujo social, del hacer/pensar/sentir de otr@s y con otr@s.

Y como empezando al terminar, sin llegar a terminar porque estamos empezando; esta es una introducción que acaba para seguir en la vida con nuestros cuerpos en relación...

“Cuando dos cuerpos se buscan,
se hace la carne, utopía,
cuando dos cuerpos se encuentran,
se hace la carne, alegría,

Cuando dos cuerpos se abrazan,
se hace la carne, anarquía,
Cuando dos cuerpos se duermen,
se hace la carne, vigía...

Créeme, créeme, créeme...
aunque el amor sea un espejo
y la pasión, flor de un día”

Cuando dos cuerpos
Luis Eduardo Aute. Alas y Balas, 2003

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