viernes, 20 de marzo de 2015

Más allá del consumo responsable: construyendo relaciones de confianza

La confianza por la que apostamos aquí no es la seguridad que te da el Estado o el poder, que te dice cómo tienes que construir o cuales son las vías a seguir. La confianza en la que nos basamos para crear esta red es la confianza colectiva, aquella que se basa en el pensar, sentir y hacer conjunto. Esa confianza que nos permite aprender de los demás, que nos lleva a acabar con la competitividad, a ser iguales y en igual posición. La confianza que nos hace contar con otras personas para conseguir un bien común y que consigue que el trabajo se desarrolle con más facilidad. Es tener una apertura con la que poder comenzar a construir colectivamente, que nos facilite un aprendizaje que posibilite el depender del otr@, en pugna con una sociedad que nos empuja a la competencia. La confianza refuerza la pertenencia a un grupo y es un recurso que suele aumentar en vez de disminuir. Gracias a ella aportas tus habilidades para un bien común, igual que los demás hacen contigo. Con ella también potencias una serie de competencias psicosociales, entre ellas: desarrollas la capacidad de reducir la ansiedad y la incertidumbre y como consecuencia de ello alcanzas la mindfullness, que se basa en el estar presente y consciente en cada momento de nuestra vida; acoger cualquier cosa que surja en nuestra experiencia, amorosamente y sin juicio y desempeñar nuestra labor en ella con el corazón abierto y la mente despierta. Además la confianza potencia la aptitud para iniciar y gestionar relaciones, poniendo el acento en ellas y no en la tarea. Y sin lugar a dudas fomenta la creatividad.


Esta confianza mutua tiene dos componentes: la confianza acordada y la confianza recibida. Es verdaderamente una empresa con riesgos compartidos. Aprendemos a romper, gracias a ella, con las ideas preconcebidas que tenemos de los otros y el hecho de que las propuestas, acciones, sentimientos, etc... vayan a ser respetados inunda de confianza el trabajo y la vida.

Basándonos en ella, un grupo de agricultores/as, artesanos/as, comerciantes y consumidores/as (aunque a este grupo pertenecemos todos/as) nos hemos unido para crear cosas juntos, para compartir nuestros esfuerzos, para conseguir una relación más social en el consumo.

Queremos construir colectivamente algo que aún no sabemos lo que es exactamente porque no tenemos a prioris. Una construcción colectiva es una forma de hacer que posibilita que todo el mundo aporte lo que lleva y lo que crea en interacción con las demás personas. No depende del número de personas que participe, sino de que no haya sujetos y espectadores; que no sea un espectáculo, sino algo vivido por todas las personas, cada una a su manera y con sus habilidades. Hablamos de una forma abierta a la influencia del proceso, que se vaya enriqueciendo y creciendo con el desarrollo de las propias experiencias, una forma de hacer mestiza y abierta a todo el que quiera incorporarse en cualquier momento. 



Hasta ahora hemos debatido y entre otras cosas compartido que nos gustaría elaborar una cadena donde los/las consumidoras estemos bien informados de aquello que estamos comprando y donde el/la artesano/a conozca cuales son las preferencias del consumidor, qué desea adquirir, qué le gusta más y qué menos. Nos gustaría recuperar esas relaciones sociales que se daban entre la persona que compra y la que crea y distribuye; una relación de amistad, de compromiso, de ayuda mutua. Relaciones que se están perdiendo en las grandes superficies. Además en nuestra red queremos tener en cuenta como trabajan las personas, en qué condiciones, de dónde proceden los productos, etc...

Para leer más del artículo Begoña Lourenço y Vanessa Galán http://ilusionismosocial.org/mod/resource/view.php?id=632

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