domingo, 1 de octubre de 2023

Taller online: "Cómo trabajar con la herramienta historias orales"

Como parte del Curso en Participación Comunitaria (online) y II Jornadas de Educación Común, Cuidados y Protección de la Vida (Ciudad de México / online), este lunes, 2 de octubre, realizaremos nuestra segunda sesión online, en esta ocasión sobre historias orales.

[la anterior sesión online, "Participando con y desde la gente", está grabada y la podéis ver en este enlace: http://ilusionismosocial.blogspot.com/2023/09/sesion-online-participando-con-y-desde.html]


Historias orales

Lunes, 2 de octubre · 19:00  21:00 (zona horaria: Madrid). 11:00 – 13:00 (zona horaria: America/Mexico_City)

Enlace de la videollamada: https://meet.google.com/umr-yxqu-qhm

Cualquier duda, con confianza nos dicen, escribiéndonos a: 

emiliano.urteaga@uacm.edu.mx / ilusionismosocial@gmail.com

Hemos pedido también que nos envíen un pequeño formulario que nos sirve sobre todo para integrarles en la lista de correos, aquí: https://forms.gle/pAG3yUa7Q7r8A8Ps7 

Este taller se corresponde con el Tema 7 del curso Participación comunitaria, que puedes encontrar abierto, gratuito y online en el siguiente enlace: https://ilusionismosocial.org/course/view.php?id=51&section=7



MATERIALES PARA LA SESIÓN

A lo largo de la sesión, iremos compartiendo algunos materiales para facilitar el debate y para profundizar. Aquí algunos de estos materiales:

  • La introducción del artículo sobre historias orales que publicamos en 2020
  • Un vídeo introductorio
  • Ilustraciones relacionadas con la temática que probablemente comentaremos en el curso.
Os mostramos estos recursos a continuación.

Historias orales como herramienta para la convivencialidad

Javier Encina, Ainhoa Ezeiza y Nahia Delgado de Frutos

1. Introducción
Para comenzar este trabajo, situaríamos el punto de partida en mayo del 68 (Samuel, 1984; Zibechi, 2008), un momento histórico que, de forma paralela en diversos lugares del mundo, generó el reconocimiento de nuevos sujetos políticos o sujetos históricos, que hasta entonces no habían sido tenidos en cuenta por parte de la historiografía, dedicada a la Historia de los Grandes Hombres (salvo algunas investigaciones en torno a la Historia del Proletariado o, más específicamente, a la revolución proletaria). 

Estos nuevos sujetos se definieron en torno a identidades de género (movimiento feminista, reconocimiento de la identidad «Mujer» como sujeto político), de etnia (movimiento indigenista, reconocimiento de la identidad asociada al territorio) y de edad (movimientos juveniles, reconocimiento de la «Juventud» como sujeto). No sorprende que muchas de las personas investigadoras que trabajan con historias de vida o historia oral sean mujeres y jóvenes (Fontana, 1984; Tiago de Oliveira, 2010).

Como estos nuevos actores políticos son actores sin Historia y requieren de una historia propia con la que buscar y construir su identidad, y al no existir documentación ni respaldo académico-científico documental, se plantea que esta historia debe emanar de los propios sujetos, dándoles voz, dar voz a los sin voz. Así, se empieza a expandir el uso de testimonios orales, historias de vida, biografías, memorias (individuales, históricas, colectivas…) que ponen el énfasis en hechos individuales, estén o no engarzados en movimientos o en su entorno comunitario. 

A su vez, historiadoras e historiadores, y también investigadoras e investigadores del campo de la Antropología y la Sociología, que tienen la preocupación por la historia inmediata y por la gente sin historia, empiezan a plantearse trabajar con la historia oral para recabar datos y crear archivos para conocer una parte de nuestra historia que se ha invisibilizado.

Este interés viene unido al desarrollo de una ciencia comprometida, alternativa −que pretende ir más allá de la ciencia dominante−, que ve en las fuentes orales la apertura hacia formas de denuncia de situaciones de discriminación y exclusión social (López Guzmán, 2008; Hinojosa, 2012). “En definitiva, persigue reconstruir un presente a partir de unas fuentes orales no coloniales, al margen de la oficialidad, encaminada hacia una estrategia que interrelaciona pasado y presente” (Domingo, Luengo, Luzón y Martos, 2007: 13). 

Se trataría de empoderar a los sujetos a través del reconocimiento académico-científico de sus opresiones, partiendo de la construcción/reconstrucción/reforzamiento de la identidad oprimida; “uno de los principales campos propicios para la incursión de la historia oral y de la investigación biográfica (…): el estudio de las identidades” (Hinojosa, 2012: 60). Construyen nuevas pertenencias, tal y como señalan Benadiba y Plotinsky (2001), o una comprensión dialéctica que cree una comunidad discursiva (Domingo, Luengo, Luzón y Martos, 2007), o una atribución de valor simbólico a objetos y lugares (Ferreira de Souza, 2012), que desplazan el eje del Hombre/Poder/Nación/Territorio a otras como la mujer, la vida cotidiana, la diversidad étnica, aunque con cierta folklorización o como algo diferencial.

El límite de esta perspectiva es que, teniendo todos los ingredientes para provocar la autoestima comunitaria y la transformación, se queda mirando al abismo sin dar el paso.

Para ser transformadoras, estas formas de investigación, tendrían que ser dinamizadoras en lo social; sin dinamización no hay construcción colectiva, son un producto más que, aun siendo alternativas, pueden ser asumibles por el Estado y/o el Mercado, ya que se quedan en lo etnográfico, o tal vez en lo etnológico, y promueven el consenso, el consentimiento, la aceptación y/o la sobreexposición o sobrevisibilidad. 

Así, aunque las historias de vida, o la historia oral, o los testimonios, no estén pensando en el capitalismo, al ponerse la historia por encima de la propia gente, lleva a más capitalismo, al sueño socialdemócrata, y es una nueva manera para incorporar a la gente marginada al mundo del orden y del consumo, al normalizarla, reconocerla.

Nuestro contrapunto viene de la necesidad de trabajar lo colectivo, lo comunitario. Para que las herramientas que trabajan fuentes orales nos ayuden a la convivencialidad y no se queden en el interculturalismo o el multiculturalismo, hay que provocar y dinamizar esa construcción colectiva. 

Es por eso que utilizando las historias orales (en plural) como herramienta en los procesos de investigación −tal y como las trabajamos− no buscamos una reconstrucción historiográfica de la vida cotidiana de la gente sin voz (aunque puede suceder, sin ser ese un objetivo de la investigación), sino que vamos encontrándonos con la gente que, a su vez, va encontrándose con otra gente con la excusa de las historias, y así, van surgiendo pensares, sentires y haceres que se apoyan, tanto en sucesos y vivencias ocurridos anteriormente, como en lo que se va generando a lo largo del proceso. No se busca el consenso, sino la ayuda mutua entre los disensos que van surgiendo.

Como punto de partida nos apoyamos en la matriz sociocultural, matriz no en sentido matemático sino de nacimiento o de creación, compuesta por elementos clave que configuran nuestra cosmovisión de forma dinámica y socioculturalmente situada, que serían: la edad, la etnia, el género, la clase social/cultura del trabajo, y junto con estas características, la adscripción asociativa (religión, movimientos sociales, partidos políticos…) y la adscripción de lugar (vivir en una parte u otra del río, arriba o abajo, un barrio u otro…). 

Tomar únicamente uno de estos elementos de la matriz sociocultural nos lleva a la solidificación de la identidad, al aislamiento, o a la creación de heroínas o héroes y víctimas, además de a graves errores de interpretación (Portelli, 1991). Cuando tomamos todos los elementos de la matriz sociocultural, podemos comprender mejor las diversas opresiones existentes y encontrarnos en el estar, a través de las identificaciones. Así, proponemos pasar del concepto de interculturalidad o de multiculturalismo al concepto de convivencialidad, tomando este término de Iván Illich (Illich, 1978; Encina, Ezeiza y Delgado, 2019) para trabajar las historias orales, no como perspectiva epistemológica o metodológica, sino como herramienta para la dinamización comunitaria hacia una sociedad convivencial.


[cómo citar y/o leer completo el artículo: Encina, J., Ezeiza, A. y Delgado de Frutos, N. (2020). Historias orales como herramienta para la convivencialidad. Revista Latinoamericana Estudios de la Paz y el Conflicto, 1(2), 13-38. https://doi.org/10.5377/rlpc.v1i2.9828]


Vídeo sobre historias orales




Ilustraciones relacionadas






Estrategias socioculturales ante la diversidad (Encina, Ezeiza y Delgado, 2019, p. 91)

• Segregación cultural: es la estrategia que viene del conservadurismo, que trata de mantener aisladas las diversas identidades, resaltando las características que las hace únicas y diferentes entre sí y utilizando esas diferencias como forma de separación y expulsión, poniendo una identidad (la dominante) por encima del resto de identidades.

• Integración: esta estrategia estructural que viene del progresismo, trata la cuestión de la identidad en singular, como consecución de la igualdad. Supone, en realidad, la asimilación y la aculturación «por el bien de la convivencia».

• Interculturalidad y multiculturalismo: si bien el multiculturalismo, la interculturalidad y el pluralismo son conceptos que vienen siendo diferenciados desde la literatura académica, tienen en común el reconocimiento de la diferencia y el discurso de la inclusión, es decir, la normalización de estas diversidades. En esta posición se propone trabajar siguiendo la dimensión sociopráxica, analizando los discursos de las diversas culturas, desde la posición de las culturas alternativas.

• Convivencialidad: en esta estrategia de dinamización comunitaria en la que nos encontramos l@s autor@s de este texto, planteamos vivir la diferencia creando nuevas similitudes y diferencias, es decir, pasar del SER de las otras tres estrategias al ESTAR, al mestizaje propio de las culturas populares, planteando formas de resistencia ante las formas de colonización de la vida cotidiana y trabajando desde una perspectiva dialéctica (de segundo orden), dinamizando comunitariamente la diversidad para pasar de la incomprensión a la ética de la comprensión a través de las identificaciones.

[cómo citar y para profundizar: Encina, J., Ezeiza, A., y Delgado, N. (2019). Diversidad lingüística y matriz sociocultural. En A. Ezeiza y J. Encina (coord.), Trabajando la lengua desde una perspectiva dialéctica. Algunos apuntes sobre lengua y complejidad (pp. 87-124). ISM-UPV/EHU, UNILCO-espacio nómada. https://ilusionismosocial.org/mod/resource/view.php?id=958]












Para profundizar




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