martes, 23 de febrero de 2016

Una sesión sobre Sociedad del Espectáculo o Vídeos Participativos en el FARO de Oriente

El martes 23 de febrero Sociedad del Espectáculo o Vídeos Participativos, de 15:45 a 18:45 en el FARO de Oriente, La Residencia, Calle Ignacio Zaragoza s/n, Col. Fuentes de Zaragoza. Información e inscripciones (entrada libre): laticfm@gmail.com



Comenzaremos leyendo algunos textos extraídos de artículos de Javier Encina, Mª Ángeles Ávila y UNILCO-espacio nómada sobre comunicación y participación en lo cotidiano. Tras la lectura, habrá un debate en grupo y después del descanso veremos el vídeo "Vídeos participativos para la construcción colectiva: memoria y situaciones". Este video ha sido seleccionados para el CityVideoFest, a pesar de su evidente falta de calidad técnica (por falta de medios y pericia); ¡¿tendrá otras cualidades?!!!!

A partir de ahí, no sabemos qué va a ocurrir: incertidumbre, caos, incompletitud, imperfección... que se irá definiendo con las personas participantes.




TEXTOS:

Es esta sociedad del espectáculo, en la que vivimos, la que cambia los sentidos por el signo, al que convierte en contenido; y lo eleva por encima de cualquier otra cosa, parafraseando a Antonio MANDLY, esta sociedad convierte la profundidad de la vida en superficie del objeto, el deseo/seducción en posesión, los ámbitos de la comunidad en recursos, el género (vernáculo) en sexo (económico), la política en pragmática, la voluntad popular en voluntad mayoritaria y ranking de audiencia, y el mundo en que se habla (formas de relación) en el mundo del que se habla (contenido).

Frente a esta sociedad del espectáculo, podemos decir que las culturas populares son el último paraguas que resiste con coherencia a la globalización. Gran parte del movimiento alternativo antiglobalización se ha globalizado y se ha convertido en una alternativa que juega en este mismo plano, utilizando muchas de sus lógicas y principios; corriendo el peligro de olvidar -parafraseando a Boaventura de Sousa SANTOS- que la resistencia a la opresión es una tarea cotidiana, protagonizada por gente anónima, fuera de la atención mediática...

Para que haya la oportunidad de crear es necesario el desempoderamiento: tú puedes con una parte y la otra persona también, así aparece la oportunidad de transformación. La sociedad del espectáculo promueve el empoderamiento, que es algo que atrae a nivel psicológico ya que tú controlas tu persona, eres quien eres dejando fuera la posibilidad de intercambiar nada.

La apelación al nosotr@s es la que intenta ser eliminada por la sociedad de consumo mediante la simplificación, la manipulación y la personalización, buscando la identificación de los individuos con los modelos de la cultura de masas donde el nosotr@s (construido colectivamente) pasa a ser un yo socializado (utilizando la familia como catalizador), o sea un individuo que al mismo tiempo que se siente único se reconoce (a través del consumo) como miembro de los no excluid@s socialmente. Es por eliminar este nosotr@s por lo que la tecnocracia abandona el discurso ideológico, y abandera el ideal científico-técnico que promete como horizonte la liberación del individuo; arropado por la cultura de masas que hace trascender lo cotidiano de forma desestructurada y vertical. Frente a esto, cuando lo cotidiano trasciende a través de sus propios cultivos sociales, y su forma de apropiación es horizontal, nos encontramos con las culturas populares y sus formas ambivalentes y descentradas de construcciones alternativas.

Una comunicación, así concebida, frente a la concepción clásica que se tiene del proceso y producción comunicativa, ha de convertirse en el lugar mismo de los procesos de transformación, no como un elemento accesorio o un mero instrumento al servicio del cambio,  apostando por los diálogos y por los procesos educativos que se activan en el mismo acto comunicativo. Esto pasa por conciliar los modos alternativos de comunicación con los modos populares y, por tanto, implica huir del pensamiento confrontativo que comprende la realidad de manera dicotómica, en blanco o negro y consecuentemente una comunicación buena y auténtica, frente a otra mala extranjerizante. Significa, por todo ello, no abandonar a toda costa lo masivo, aprovechar su potencialidad como mediador social desde los tiempos y espacios cotidianos.  Esto supone no descuidar las formas de comunicar, aprovechar las estéticas y las narrativas usadas por la cultura masiva que permiten que el goce y la comunicación se produzcan, frente a la obsesión por el contenido como lo único imprescindible del mensaje.

En los procesos de construcción colectiva ninguna comunicación puede ser impuesta, sino deseada, y este deseo debe llevar consigo el desempoderamiento. Jesús MARTÍN-BARBERO plantea precisamente que sean los grupos y las clases oprimidas o dominadas las que tomen la palabra con el fin de transformar la forma opresora o dominante de la comunicación: es decir, – como bien expresa de VIDAL BENEYTO– que lo alternativo devenga forzosamente en lo popular para no convertirse en máquina de dominio. Esta reflexión no puede sino emerger de la propia crítica a las estructuras dominantes de producción de información que bajo el concepto de mercancía determinan los modos de comunicación.

El punto de arranque para la puesta en valor y reinvención de la vida cotidiana es la recuperación de experiencias, la autogestión de vivencias y la reconstrucción de la memoria; y para ello es importantísima la comunicación y las formas de expresión oral. Punto de arranque y primer freno a la colonización de la vida cotidiana. A partir de aquí, hay que poner en juego las habilidades colectivas unidas a los sentidos de sensibilidad y oportunidad; para saber en cada momento hacia donde cerramos para abrir, porque si cerramos para cerrar fomentamos la fosilización, y si abrimos para abrir fomentamos los valores de la cultura de masas.

FORMAS DE PARTICIPACIÓN


Si queremos empezar un proceso de participación en el que "se cuente más con la gente", debemos pensar que no somos las primeras personas a las que se nos ocurre algo así. Las formas en las que se han hecho procesos de participación se pueden resumir en tres:
  • La primera sería trabajar por y para quien nos paga o por y para nuestra asociación o partido (para quien nos envía). No tenemos que preguntarnos nada, ni trabajar con nadie; sino hacer los que nos han mandado, o cumplir los objetivos que nos han marcado o nos hemos marcado previamente.
En el fondo, nos acercamos a la gente para conseguir algo de la gente (información, dinero, atención etc.). Ejemplos: trabajar haciendo encuestas para una empresa multinacional (o para cualquier institución estatal) o un informe etc., pegar carteles de nuestro partido para las elecciones o recaudar dinero para nuestra asociación (OSC, ONG, IAP etc.) con el cual erradicaremos el hambre en el mundo.
  • La segunda sería trabajar por y para la gente. No tenemos porqué preguntarnos nada que no esté ya contestado por nosotr@s mism@s o en los objetivos, ni trabajar con nadie que no esté en nuestro círculo o en el plan de acción. Lo que tenemos que hacer es conocer qué necesita la gente y dárselo.
En la práctica haríamos básicamente lo mismo que en la primera forma, pero al hacerlo lo haríamos "pensando en la gente", queriendo aportar algo.

Ejemplos: hacer un diagnóstico de las "necesidades" y tras nuestro análisis montar un comedor social para l@s pobres de nuestra comunidad, hacer un plantón o huelga de hambre para que el gobierno cambie su política con respecto a la falta de empleo.
  • La tercera sería trabajar con y desde la gente. Tenemos que trabajar con la gente para que sea la protagonista de su propia vida cotidiana (vida diaria), para que la autogestione (la maneje por sí misma) y a partir de ahí, vaya construyendo cómo quiere que sea su colonia, su pueblo, su unidad habitacional (de forma dialéctica : proponiendo, debatiendo colectivamente y llevando a cabo, en grupos, las diversas propuestas decididas). 

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