Ya puedes encontrarte en alguna esquina, o a la sombra de algún árbol con el libro SIN PODER. Construyendo colectivamente la autogestión de la vida cotidiana. coordinado por Javier Encina y Ainhoa Ezeiza.
Vamos a ir dando algunas pinceladas de los artículos que componen este libro.
Información sobre el libro http://desempoderamiento.blogspot.com.es/2017/03/sin-poder-primer-libro-de-la-tetralogia.html
El cuerpo en relación: desempoderamiento, ilusionismo social y culturas populares. Javier ENCINA y Ainhoa EZEIZA
Para no perdernos en este laberinto, hemos
ido haciendo un recorrido que nos ha ido abriendo hacia un horizonte
sin caminos, al que hemos llegado no mediante el pensamiento, ni la
frivolidad de saltarnos el sufrimiento de la vida, ni tampoco sus
alegrías, sino a través de haceres, pensares y sentires que vamos
encontrándonos al poner en relación nuestros cuerpos. Hemos partido
de una visión descentrada desde la propiedad: la posesión,
apropiación y objetización de la gente (‘Mi
cuerpo NO es mío’) para repasar
las diversas aportaciones sobre género/sexo/sexualidad que nos
ayudan a comprender el laberinto en el que el Poder nos conduce y nos
provoca para dejarnos conducir -conduit-
(‘Saliendo del laberinto del
género, sexo y sexualidad: Introducción’).
Y en el andar comprendiéndolo, entrar con una serie de cuestiones
con las que poder reflexionar sobre pensares/haceres/sentires que nos
faciliten/dinamicen los procesos de encontrarnos con otros cuerpos,
rompiendo así el sentido de la Propiedad (‘Saliendo
del laberinto del género, sexo y sexualidad: Cuestiones a trabajar
pensar/sentir/hacer al ir relacionándonos con otros cuerpos’).
“Nunca
quise ser dueña ni opresora (...)
libre
siempre te dejé libre
si
lo más que amo es la libertad
para
qué quererte encerrado
si
jamás para mí fuiste una propiedad”
Aceituna
sin hueso
Trabajar
desde los cuerpos en relación viene determinado por los espacios y
los tiempos y sus significaciones, por las formas de encontrarnos en
estos espacios y tiempos, lo que no tiene nada que ver con forzar
dichos encuentros o convocar para que la gente venga, recurriendo a
divisiones artificiales
(hombres/mujeres/homosexuales/bisexuales/trans...). Debemos defender
las formas cotidianas de relacionarnos frente a los discursos
institucionales que plantean que toda participación ha de pasar por
la constitución de grupos formales, llámese asociaciones de
mujeres, llámese paridad en los cargos políticos, o como quiera
llamarse. Mucha gente considera que en lo cotidiano no se puede
trabajar el género, porque no es explícito, porque no hay
discriminación positiva, ni siquiera el mainstreaming.
Pero lo cierto es que de esta manera se dinamizan los encuentros para
provocar procesos de ayuda mutua, nuevas relaciones, nuevas
conversaciones, y también poner en valor antiguas relaciones,
antiguas conversaciones que pueden seguir sirviendo en la actualidad.
Si
queremos trabajar nuestros cuerpos en relación, no podemos separarlo
del desempoderamiento comunitario, educativo, lingüístico,
sanitario... ni del ilusionismo social. Si en todos estos ámbitos el
diagnóstico de la sociedad por parte de la mayoría de l@s expert@s
es que el problema está en las relaciones de Poder, no podemos
solucionarlo con más Poder, aunque estos nuevos poderes sean micro
(empoderando al colectivo de mujeres, empoderando al colectivo LGTB,
empoderando al colectivo gitano, empoderando al colectivo de
indigentes...). Todo nos lleva a que la forma de trabajar para salir
de todos estos laberintos es el desempoderamiento, que en este caso
significa que las estructuras de poder no destruyan la diversidad
social y que esta diversidad, desde esa nueva posición, funcione con
sus propios ritmos, con sus propias conexiones, ayuda mutua, etc.
Esto ya lo hemos vivido en Pedrera, en Las Cabezas de San Juan, en
Palomares del Río, en Olivares (Sevilla), en Donostia (Euskadi), y
en México. Quizá quienes lo cuentan con más claridad son l@s
zapatistas, que muestran que sin un trabajo específico de Mujer, con
la horizontalización y el trabajo colectivo, desaparece el manido
‘techo de cristal’ que solamente se puede sostener con
estructuras de poder. Por eso, jugar al Poder (que no es lo mismo que
hacer una labor de portavocía y/o dinamizadora de los cultivos
sociales de una localidad) es jugar a la opresión, a la
discriminación y a la destrucción, por muy bondadosas que sean las
personas que ejercen ese poder.
“Quienes
más han avanzado en los colectivos de producción y comercio, son
las compañeras. Hace unos años, fruto del trabajo colectivo de la
comandancia, comités e insurgent@s, (sí, también nosotr@s
trabajamos para producir y conseguir paga) se destinó una cantidad a
cada municipio autónomo para que las compañeras bases de apoyo lo
trabajaran en colectivo en lo que decidieran ellas.
Y
resulta que salieron mejor administradoras que los hombres, porque en
un municipio las compañeras no solo levantaron un colectivo de
ganado con éxito, ahora está tan avanzado que ya están dando ‘al
partir’ sus vacas a otros pueblos con colectivos de mujeres (‘al
partir’ le dicen l@s zapatistas cuando lo obtenido se ‘parte’ a
la mitad y esa mitad se le da a otra ‘parte’).
Igual ha ocurrido con las cooperativas de abarrotes: ya están dando
préstamo a otros colectivos de región o pueblos y hasta a compañeras individuales.
(...)
las mujeres zapatistas están avanzando más que los hombres. O sea
que no se está avanzando parejo. Cada vez queda menos de aquel
tiempo en que el hombre era el único que aportaba la paga para la
casa. Ahora en algunas zonas los colectivos de mujeres le dan trabajo
a los hombres” EZLN (2016).
¿Hasta
dónde es posible en las culturas populares la libertad de los
cuerpos y de las personas?, ¿Hacia dónde queremos caminar? Las
culturas populares nos dan tregua con algunas resistencias...
mientras la institucional y la de masas se dirigen hacia el otro
extremo. En la perspectiva de Carlos Marx, la propiedad privada es la
principal fuente de poder social. Entonces, hablar de procesos de
autogestión colectiva de la vida cotidiana con las culturas
populares desde la base de la libertad es construir procesos de
desempoderamiento a todos los niveles. En
las culturas populares encontramos formas de resistencia a través de
los cuerpos frente a la propiedad y en defensa de la libertad
colectiva (ej: yamakasi,
deporte sin consumir, lazos de solidaridad secretamente
compartidos…).
La
apelación al nosotr@s es
la que intenta ser eliminada por la sociedad de consumo mediante la
simplificación, la manipulación y la personalización, buscando la
identificación de los individuos con los modelos de la cultura de
masas donde el nosotr@s (construido colectivamente) pasa a ser un yo
socializado (utilizando la familia
como catalizador), o
sea un individuo que al mismo tiempo que se siente único se reconoce
(a través del consumo) como miembro de los no
excluid@s socialmente. Es por
eliminar este nosotr@s
por lo que la tecnocracia abandona el discurso ideológico, y
abandera el ideal científico-técnico que promete como horizonte la
liberación del individuo; arropado por la cultura de masas que hace
trascender lo cotidiano de forma desestructurada y vertical. Frente a
esto, cuando lo cotidiano trasciende a través de sus propios
cultivos sociales, y su forma de apropiación es horizontal, nos
encontramos con las culturas populares y sus formas ambivalentes y
descentradas de construcciones alternativas.
Tanto
el comunismo de estado como la sociedad de bienestar, con sus
círculos intervencionistas, han demostrado que el Estado y/o el
Mercado no pueden crear un mundo digno; porque ambas incluyen la
existencia del Estado y del Mercado como algo separado de la
sociedad, potenciando el proceso de individualización del caos, y
separando a la gente de su propio hacer, del control de su propia
vida.
Nuestra
acción no debe centrarse en la toma del poder, ni en el
empoderamiento; sino en la autogestión colectiva del poder con el
horizonte utópico de su disolución. La autogestión nos cambia la
mirada desde la toma del poder al poder hacer, lo que implica
saberes, habilidades y quereres. Además, siempre hace referencia a
una dimensión colectiva que parte del flujo social, del
hacer/pensar/sentir de otr@s y con otr@s.
Y
como empezando al terminar, sin llegar a terminar porque estamos
empezando; esta es una introducción que acaba para seguir en la vida
con nuestros cuerpos en relación...
“Cuando
dos cuerpos se buscan,
se
hace la carne, utopía,
cuando
dos cuerpos se encuentran,
se
hace la carne, alegría,
Cuando
dos cuerpos se abrazan,
se
hace la carne, anarquía,
Cuando
dos cuerpos se duermen,
se
hace la carne, vigía...
Créeme,
créeme, créeme...
aunque
el amor sea un espejo
y
la pasión, flor de un día”
Cuando
dos cuerpos
Luis
Eduardo Aute. Alas y Balas, 2003