jueves, 4 de junio de 2015

Los principios de ilusionismo: MODELOS DE COMUNICACIÓN MULTIDIRECCIONALES

Los principios de ilusionismo: son los que nos preguntan sobre cómo tenemos que trabajar las formas de hacer para saber si nos movemos dentro de un proceso de ilusionismo social (lo llamamos principio porque solamente sabemos cómo empezar a enfrentarnos con un proceso, pero no sabemos ni cómo iniciarlo ni cómo se desarrollará...). 

Como plantea el COLECTIVO SITUACIONES: “[...] un conglomerado heterogéneo de reuniones sin más hilo de coherencia que los que de pronto brotan del caos y sin conocer exactamente que desarrollo podremos darle [...]. Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho, todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta”.

SENCILLIZANDO

Desde las nuevas tecnologías de la comunicación (TV a la carta, facebook, twitter, google+, tuenti, etc) se está intentando cambiar las formas de estar juntos/as extendiendo los horarios y territorios al ámbito doméstico; desplazando cada vez más los espacios y los tiempos a lugares menos centrales de la vida cotidiana. Se tiene la impresión de que todo llega a tu sillón, estás en el mundo sin necesidad de moverte, convirtiendo el tiempo en un eterno presente (en un horario sin fin) y el espacio en el territorio de tu casa, en un mundo controlado desde tu comedor. Al mismo tiempo que estas mediaciones sociales impuestas por el mercado y el estado y consentidas por la mayoría social, existen otros tipos de comunicación generados por la mayoría social que consiente lo establecido y, al mismo tiempo crea comunicaciones populares y alternativas al propio sistema dominante; desde el caos creativo y la incertidumbre. Por ejemplo: personas que consienten al ver una telenovela comercial todos los días, pero que generan debates (sobre la comunidad y teniendo como excusa esta telenovela) en los espacios y tiempos cotidianos, con otras personas que también la están viendo.

Son estas comunicaciones en espacios y tiempos cotidianos, en medios de comunicación alternativos y en otros medios tradicionales, en horarios y territorios a los que se le da un uso distinto al preestablecido: las que abriendo puentes entre las formas de resistencia a la comunicación oficial y de masas crean nuevas formas de comunicación que caminan hacia nuevas vías de innovación creativa y que nos abrirían 3 nuevos ámbitos de trabajo:
  • Lo escrito alternativo (que incluye las formas alternativas de Internet y prensa).
  • Lo audiovisual popular y alternativo (que incluye las formas de manifestaciones populares, lo comercial de crítica al sistema, y lo antisistema).
  • Lo oral popular (que es lo que menos se pone en valor pero lo que mejor se puede autogestionar y recrear).

COMPLEJIZANDO

En el espacio de la comunicación de masas -los no lugares de la comunicación- el individuo ya no es quien comunica, sino aquello de lo que se apodera la comunicación; naciendo un nuevo orden en el que sólo cabe una participación controlada en la construcción de la realidad social, a través de la red de los mass-media, y donde de manera irremediable asistimos a un “debilitamiento de lo real”. Esto es debido a los condicionantes infraestructurales que caracterizan a los medios de comunicación de masas. Desde las nuevas tecnologías de la comunicación se está intentando cambiar las formas de estar juntos, transformando las percepciones sobre el espacio y el tiempo. Como plantea Jesús MARTÍN-BARBERO se está propiciando “una desterritorialización de los mapas mentales”, trastocando la concepción de lo próximo y lo lejano. Convirtiendo la experiencia doméstica, en un territorio virtual al que, como plantea Paul VIRILIO “todo llega sin que haya que partir”, por la  omnipresencia de la televisión e internet en las relaciones. El tiempo se convierte en un eterno presente que debilita las experiencias del pasado e imposibilita las transformaciones futuras.
 
En-frente a estos procesos, que muchos califican de homogeneización e imposición/consentimiento de un pensamiento único, hay otros espacios de comunicación, y por tanto de definición de la realidad y  las formas de satisfacer las necesidades  sociales, que son capaces de contrarrestar ese efecto de masificación, con vista a poder interactuar, de manera crítica y constructiva. Las mediaciones institucionales entran así en conflicto al intentar conseguir que los ciudadanos concluyan en la misma visión del mundo: se produce la tensión entre las mediaciones impuestas o consentidas y las deseadas. Junto a esta colonización del mundo de la vida por parte de las instituciones y del mercado encontramos una sociedad compleja con multitud de grupos diferentes, donde las situaciones y las reflexiones sobre su sentido son constantemente re-negociadas/re-definidas desde los múltiples cultivos sociales con las que se enredan, interactúan y donde, indudablemente encontramos conflictos como base de una sociedad profundamente desigual.  


En estos cultivos sociales, priman procesos de comunicación multidireccionales, que suponen espacios de interacción y de transformación continua entre las personas, resultando imprescindibles en la construcción de la realidad social. Apunta U. HANNERZ, que  desde el plano individual inciden en una mayor participación en el intercambio de significados sobre la realidad social, lo que propicia un cierto tipo de conciencia compartida donde desde perspectivas diferentes de participación se puede llegar a crear una conciencia colectiva, desde la información de unos a otros sobre sus percepciones de la realidad. Esta participación, trabaja desde procesos de “construcción social de la realidad” BERGER y LUCKMANN, pero también de deconstrucción en la medida que permite poner en cuestionamiento los sistemas individuales de significación. Puede decirse, que éste es un proceso de desempoderamiento, pues posibilita una plurideterminación de la realidad social; dotando a los grupos sociales de capacidad para tener su propia  “versión de realidad”, y situarla —y de este modo situarse— en-frente a la realidad institucionalizada.

La comunicación así entendida, estaría vinculada a los actos fundamentales de las personas, al unir la participación en la construcción de los significados, de la acción y de lo sentido;  resultando un ámbito imprescindible para la construcción de una ciudadanía con una “densidad social crítica” que le permita tomar parte en las decisiones que le afectan de forma común, impidiendo la absorción de la sociedad por parte del Mercado o del Estado. Esto supone, la existencia de un ecosistema que permita el crecimiento de las personas, y que las personas puedan incidir en la construcción del ecosistema. Hablar de desarrollo social desde estos paradigmas implica fomentar las relaciones entre los individuos desde parámetros de cooperación; incidir en la capacidad de acción desde el conocimiento de sus entornos; aumentar la libertad desde la autonomía que supone estar vinculados a múltiples cultivos sociales, que generan información y procesos de comunicación (como intercambio y construcción de saberes, haceres y sentimientos) que habilitan y posibilitan la acción social; en una sociedad profundamente desigual, pero que paradójicamente sirve de punto de partida para nuevas vivencias y formas de vivir los imposibles.

Incidimos en que la reflexión sobre el sentido de lo humano está muy relacionada con la vivencia de la sociedad, de la comunidad, de la ciudad, del barrio, de la familia...;  desde la participación en cada espacio, desde la vivencia de su configuración,  apoyada en un modelo de comunicación que re-cree encuentros culturales/vivenciales; es decir, de procesos de socialización donde se re-construyan y expliciten los saberes/sentires/haceres de los distintos grupos.

Podríamos hablar de cuatro tipos de comunicación: la oficial y la de masas (que constituyen la comunicación dominante), las populares y la alternativa (que constituyen dos formas diferentes de respuestas/resistencias). Nos vamos a centrar en estas últimas.

Las comunicaciones populares y la comunicación alternativa constituyen dos enfoques distintos que comparten una misma preocupación e inquietud: la transformación de la realidad. Sin embargo, resulta arriesgado determinar con exactitud qué son las comunicaciones populares y qué es comunicación alternativa, de hecho, son dos términos que a menudo son confundidos por los teóricos e investigadores de estas materias al no existir delimitaciones claras. A pesar de ello, consideramos imprescindible conocer las funciones, premisas, formas de trabajo que caracterizan a estos tipos de comunicación, pues el no comprender la diferencia entre ellos y no saber desde dónde se parte y qué limitaciones existen en el ejercicio concreto de cada una de estas formas de comunicación puede suponer la paralización del trabajo con la gente, así como la imposibilidad de trabajar verdaderas formas transformadoras de comunicación.

Apuntamos, a este respecto, algunas diferencias clave que hallamos al reflexionar sobre estos modos de comunicación:
 
  • Las comunicaciones populares se debaten entre la confianza de lo posible y la esperanza de lo imposible: consiste en poner en práctica el ilusionismo social que hace posible lo que aparentemente es imposible. Lo alternativo busca, sin embargo, un modelo distinto, otro, rechazando las formas actuales.
  • Las comunicaciones populares implican formas de relación con la comunicación de masas desde los tiempos y espacios cotidianos, mientras que la comunicación alternativa implica transformar las lógicas de los procesos de comunicación. Por lo tanto, las primera se apoyan en la reversión de las lógicas de comunicación dominante y la segunda en la subversión de las mismas.
  • Otra de las diferencias fundamentales entre las comunicaciones populares y la alternativa, es que cuando se trabaja desde lo popular se emplea el distanciamiento y la identificación3 al mismo tiempo. Sin embargo, lo alternativo lo propone por separado.
  • Estas dos formas de trabajo se encuentran, asimismo, con dos limitaciones importantes que son la base de su incomprensión: lo alternativo halla su límite en la confusión de la cultura de masas con las culturas populares. Lo popular, por su parte, al ver las formas de expresión de lo oficial y de lo alternativo como parecidas es incapaz de diferenciar los mensajes de uno y de otro.

Entender las diferencias fundamentales entre lo alternativo y lo popular y conocer sus limitaciones permitirá desarrollar herramientas y formas de trabajo conscientes hacia otro tipo de transformación a partir de la comunicación. Para ello hacemos especial hincapié en abrir puentes.

Una comunicación, así concebida, frente a la concepción clásica que se tiene del proceso y producción comunicativa, ha de convertirse en el lugar mismo de los procesos de transformación, no como un elemento accesorio o un mero instrumento al servicio del cambio,  apostando por los diálogos y por los procesos educativos que se activan en el mismo acto comunicativo. Esto pasa por conciliar los modos alternativos de comunicación con los modos populares. Significa, por todo ello, no abandonar a toda costa lo masivo, aprovechar su potencialidad como mediador social desde los tiempos y espacios cotidianos.  Esto supone no descuidar las formas de comunicar, aprovechar las estéticas y las narrativas usadas por la cultura masiva que permiten que el goce y la comunicación se produzcan, frente a la obsesión por el contenido como lo único  imprescindible del mensaje.

En los procesos de construcción colectiva ninguna comunicación puede ser impuesta, sino deseada, y este deseo debe llevar consigo la apropiación. Jesús MARTÍN-BARBERO plantea precisamente que sean los grupos y las clases oprimidas o dominadas las que tomen la palabra con el fin de transformar la forma opresora o dominante de la comunicación: es decir, –como bien expresa en palabras de VIDAL BENEYTO– que lo alternativo devenga forzosamente en lo popular para no convertirse en máquina de dominio. Esta reflexión no puede sino emerger de la propia crítica a las estructuras dominantes de producción de información que bajo el concepto de mercancía determinan los modos de comunicación. El punto de arranque para la puesta en valor y reinvención de la vida cotidiana es la recuperación de experiencias, la autogestión de vivencias y la reconstrucción de la  memoria; y para ello es importantísimo la comunicación y las formas de expresión oral. Punto de arranque y primer freno a la colonización  de la vida cotidiana. A partir de aquí, hay que poner en juego las habilidades colectivas unidas a los sentidos de sensibilidad y oportunidad; para saber en cada momento hacia donde cerramos para abrir, porque si cerramos para cerrar fomentamos la fosilización, y si abrimos para abrir, sin tener en cuenta que sólo puede abrirse hacia abajo, fomentamos los valores de la cultura de masas.

La oralidad no es la forma de expresión de las personas que no saben escribir, es de las que, por su posición asimétrica con respecto al poder, sólo pueden transmitir sus historias verbalmente; es la forma de las personas desposeídas: por no tener dinero, por no ejercer el poder político, por no pertenecer al género, la edad o la cultura dominante...

La oralidad es la forma de expresión de la mayoría social a la que aún no han podido robarle el conocimiento, los recursos y las formas de transmisión de las narraciones orales; que al tener un soporte tecnológico descentrado facilitan la resistencia, el ser autogestionadas, y el poder ser apropiadas fácilmente por la gente. En palabras de Emmanuel LIZCANO (1984:10) “que la escritura tenga un bien ganado prestigio por el impulso que haya podido dar a la ciencia, que quien esto escribe saque de ella no sólo sustento sino hasta placer físico, no autoriza a nadie a desertizar el suelo de las culturas orales. No tendrán escritura, pero tienen otros logros de los que nosotros carecemos, y –que yo sepa- nunca han emprendido campañas de oralización que llevaran a la hoguera nuestros libros como formas de superstición e incultura. Gentes de letras y gobierno: las culturas del verbo no habitan tan solo en continentes lejanos. Gitanos y euskaros, gallegos y andaluces, nuestros propios críos y hasta los abismos inconscientes que anidan en cada uno de nosotros, tan letrados, tienen su palabra. Como sabía Juan de Mairena, aún ‘es muy posible que, entre nosotros, el saber universitario no pueda competir con el floklore, con el saber popular’. ¡Dejadles, dejadnos, dejémonos en paz”.

O como nos plantea Hans Magnus ENZENSVERGER (1986:7) “nunca se trató de allanar el camino a la cultura escrita y mucho menos aún de liberar a los hombres de su minoría de edad. El progreso del que se hablaba era un asunto muy diferente. Consistía en amaestrar a los analfabetos a la más baja entre las clases de hombre, en arrebatarles su fantasía y su obstinación para, en adelante, no explotar solamente la fuerza de sus músculos y la habilidad de sus manos, sino también su cerebro”.  Letra que es ley, abstracción, burocracia y planificación: sumisión de la posible vida indefinida a una norma fija, intemporal, que diría   Agustín GARCÍA CALVO. “Espíritu que es, para todas las culturas del verbo, soplo, oralidad, expulsión de aire en un pronunciar que crea. En su modo oral, la lengua es órgano y palabra, liga ‘lo fisiológico y lo psicológico (y lo lógico), da primacía al ritmo y a la pausa, subordina lo oratorio a lo respiratorio, la representación a la acción, la idea a la emoción, en expresión de DUMÉRY. En ella, hasta el silencio es elocuente” (Emmanuel LIZCANO, 1984:10).


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