miércoles, 3 de junio de 2015

Los principios de ilusionismo: LAS CULTURAS POPULARES COMO RECURSO CREATIVO.

Los principios de ilusionismo: son los que nos preguntan sobre cómo tenemos que trabajar las formas de hacer para saber si nos movemos dentro de un proceso de ilusionismo social (lo llamamos principio porque solamente sabemos cómo empezar a enfrentarnos con un proceso, pero no sabemos ni cómo iniciarlo ni cómo se desarrollará...). 

Como plantea el COLECTIVO SITUACIONES: “[...] un conglomerado heterogéneo de reuniones sin más hilo de coherencia que los que de pronto brotan del caos y sin conocer exactamente que desarrollo podremos darle [...]. Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho, todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta”.

INTRODUCCIÓN

El saber, el conocimiento, está secuestrado por la Ciencia; pero el saber a lo largo de la historia no ha sido algo de unas pocas personas, ni de ninguna institución; sino que surge del intercambio, del encuentro, del paso...la Ciencia crea una separación falsa entre las personas que saben y las ignorantes. Esta misma falsedad se traslada a una nueva dualidad (una nueva partición o división): los países ricos que son los que saben y crean la tecnología y los países pobres que ni trabajan ni entienden de nada (son dignos de nuestra ayuda o caridad).

Esto “además de ser falso” es simplificador y discriminatorio. Muchos conocimientos surgen desde las relaciones populares (de las supuestas personas ignorantes) , por ejemplo: en la cocina la asociación de alimentos viene de la mano de los saberes transmitidos oralmente y enriquecidos a lo largo de la historia como el caso de las lentejas con arroz que durante muchos años se ha dicho que es ejemplo de la ignorancia de la cocina popular porque ambos tienen muchos hidratos de carbono, pero después de muchos estudios científicos se ha descubierto que el arroz es el único elemento que hace posible fijar al cuerpo el hierro de las lentejas. Podríamos poner otros muchos ejemplos en ámbitos como el diseño, la física,...

En realidad, la complejidad nos empuja a entretejer los saberes populares con los saberes científicos, fruto de diversas experiencias y de diversas lógicas a la hora de construir el conocimiento. Además el reconocimiento de este entretejer nos daría pie a pasar de lo complejo a lo sencillo, usando los propios canales de las culturas populares. Potenciando también una autogestión de todos estos saberes tanto de los grupos científicos como de los grupos cotidianos. 



REPITIENDO CREATIVAMENTE

Hay que resaltar que no sólo existe producción cultural y de conocimiento desde la Ciencia, sino que también desde los saberes populares. Además se comprende que el pensamiento no es estático, sino que surge del intercambio, del encuentro y del paso.

La Ciencia dominante, que es la ciencia del orden, sólo se adentra en el caos para alinear elementos... Una ciencia social debe de impregnarse y repensarse desde el intercambiar con otras lógicas de pensamiento, sentimiento y acción, entrelazándose con los sujetos colectivos o en los cultivos sociales; y por lo tanto, sumergiéndose en la lógicas/alógicas, tiempos y espacios de las culturas populares.

“El problema no se plantea solamente por la crisis o la guerra. Es un problema de la vida cotidiana: el desarrollo de la tecnoburocracia instala el reino de los expertos en todos los campos que hasta ahora dependían de discusiones y decisiones políticas y suplanta a los ciudadanos en los campos abiertos a las manipulaciones biológicas de la paternidad, la maternidad, el nacimiento o la muerte. Estos problemas no han entrado en la conciencia política ni en el debate democrático del siglo XX salvo en casos contados.

En el fondo, la fosa que se agranda entre una tecnociencia esotérica, hiperespecializada y los ciudadanos, crea una dualidad entre los conocientes –cuyo conocimiento es parcelado, incapaz de contextualizar y globaliza– y los ignorantes, es decir el conjunto de los ciudadanos. Así se crea una nueva fractura de la sociedad entre una “nueva clase” y los ciudadanos. El mismo proceso se da en el acceso a las nuevas tecnologías de comunicación entre los países ricos y los países pobres.

Los ciudadanos son rechazados de los asuntos políticos, cada vez más acaparados por los “expertos” y la dominación de la “nueva clase” impide, en realidad, la democratización del conocimiento”. E. MORIN (2001:136-137).

Desde el ilusionismo social, como ya hemos dicho, lo que se pretende es trabajar con y desde la gente, para ello lo importante es sumergirse en las propias construcciones y manifestaciones culturales para poder complejizarnos desde el recurso creativo que supone las culturas populares. Desde hace años estamos empeñados en trabajar las culturas populares como formas de hacer nuestro trabajo, para ello tenemos que tener en cuenta las siguientes cuestiones:

  • Las culturas populares al ser formas de vida que no pueden ser explicables sin sentirlas/hacerlas/pensarlas en los espacios y tiempos cotidianos, siendo generadas por repetición creativa; son una expresión clara del concepto de complejidad.
  • Son las culturas populares las que tienen capacidad de transformar: la diversidad y la horizontalidad, unidas a la capacidad de adaptación, de resistencia y del disfrute de la vida cotidiana son potenciales generadores de procesos comunitarios de transformación (de pensar/sentir/hacer un nosotr@s).
  • Las culturas populares recuperan y revitalizan saberes colectivos que junto a los intercambios, trueques espontáneos, cultivos sociales, apoyos mutuos, vínculos afectivos, desaprendizajes y apertura a nuevos aprendizajes...  constituyen una fuente inagotable de conocimiento.


CULTURAS POPULARES from unilco on Vimeo.

Esta apelación al nosotr@s, que se potencia desde las culturas populares, es la que intenta ser eliminada por la sociedad de consumo mediante la simplificación, la manipulación y la individualización, buscando la identificación de los individuos con los modelos de la cultura de masas donde el nosotr@s (construido colectivamente) pasa a ser un yo socializado (utilizando la familia como catalizador),o sea un individuo que al mismo tiempo que se siente único se reconoce (a través del consumo) como miembro de los no excluidos socialmente. Es por eliminar este nosotr@s por lo que la tecnocracia abandona el discurso ideológico, y abandera el ideal científico-técnico que promete como horizonte la liberación del individuo; arropado por la cultura de masas que hace trascender lo cotidiano de forma desestructurada y vertical. Frente a esto, cuando lo cotidiano transciende a través de sus propios cultivos sociales, y su forma de apropiación es horizontal, nos encontramos con las culturas populares y sus formas ambivalentes y descentradas de construcciones alternativas. 

Nuestra acción no debe centrarse en la toma del poder (ya sea de forma en que una vanguardia promueve la insurrección, o en que una vanguardia organiza un partido y gana las elecciones), ni en el  empoderamiento (que al fin y al cabo es una toma de poder, habitualmente en el marco de las lógicas dominantes); sino en la autogestión colectiva del poder con el horizonte utópico de su disolución (el desempoderamiento). La autogestión nos cambia la mirada desde la toma del poder al poder hacer, lo que implica saberes, habilidades y quereres. Además, siempre hace referencia a una dimensión colectiva que parte del flujo social, del hacer de otr@s y con otr@s.

No podemos hablar de las culturas populares en singular, porque no hay una cultura popular, sino muchas y diversas culturas populares. Como bien dice Jesús MARTÍN-BARBERO (2007:86), “lo popular no es homogéneo, y es necesario estudiarlo en el ambiguo y conflictivo proceso en que se produce y emerge hoy”. Así lo que podemos decir, es que existen unas propiedades diferenciadoras, particularidades, peculiaridades, características, en definitiva: unos puntos, que son los que estamos desarrollando y que nos acercan a las culturas populares como una forma de entender, sentir y hacer las cosas.

Los contenidos son excusas para juntarse, pero son las formas de relación las que definen las culturas populares. Lo importante está en cambiar las formas de relación y no a las personas. Una de las razones de por qué desde las culturas populares es desde donde se cambian las cosas es esto. Al cambiar las formas de relación estamos transformando, al cambiar los contenidos estamos camuflando. A menudo las culturas populares son catalogadas de pasivas y apáticas cuando no acuden a los llamamientos en formato convocatoria de las organizaciones (políticas, sindicales, sociales...). Sin embargo, las culturas populares se mueven con otras formas de relación, y por lo tanto las formas de participar también son distintas.

 ”La aventura incierta de la humanidad es una repetición dentro de su esfera de la aventura incierta del cosmos, que nació de un accidente impensable para nosotros y que prosigue en un devenir de creaciones y de destrucciones”. E. MORIN (2001:100). Lo cotidiano parece que es siempre igual, parece rutinario, pero en realidad no es así, no se habla de lo mismo siempre, se potencian cosas que se hablaron otros días, la comida también cambia… es una repetición que te puede hacer crear cosas nuevas. Se va innovando sobre lo ya creado. Mientras que la sociedad del espectáculo está hecha para contener tu vida día a día. Al no relacionarte, solo ver y oír, no puedes reaccionar. Es la simplificación de esto lo que hace que en muchas ocasiones, se confunda la vida cotidiana con la cultura de masas, cuando lo que se pretende desde el mercado y el estado hegemónico es la colonización de la vida cotidiana, y la suplantación de las culturas populares por la cultura de masas. En realidad, muchos de los teóricos de la transformación abogan por la ruptura de la esclavitud y alienación que supone la vida cotidiana; ayudando así al objetivo marcado por aquellos que consideran antagonistas.
 

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