lunes, 13 de junio de 2016

Intervención de Javier Encina en Juntas Generales de Gipuzkoa (03/06/2016)

El primer viernes de junio, nos acercamos a Juntas Generales de la Diputación Foral de Gipuzkoa para hacer una intervención que sirviera para la evaluación de la Norma Foral 1/2010 de 8 de julio sobre participación ciudadana.



Me recordó a ciertas cosas de Andalucía que ocurren los primeros viernes de cada mes y que si no faltas ninguno, pues al final, cuando ya desapareces, por decirlo con otra palabra, cuando mueres, pues te elevas al cielo, o, otros santos más mundanos, que te dan trabajo, salud, amor (o al menos novi@) que, aunque no te garanticen la salvación eterna, te van sacando de la penuria diaria...

La entrada, como si fuera una catedral, los celebrantes en el altar, los feligreses/público separados y sin poder interrumpir... me sentía como en mi primera comunión.


Bromas aparte, hay muchas concomitancias entre la institución Iglesia y una institución laica como las Juntas Generales. Por ejemplo, y es una cosa que me preocupa, la obsesión por institucionalizar la vida cotidiana y ver como algo positivo la omnipresencia del Estado. Debatiendo Ainhoa y yo, que somos quienes escribimos este post, nos sorprendía que las instituciones no estén más en facilitar, dinamizar las propuestas de la ciudadanía que en sacar cientos de propuestas, decenas de normas que regulen las relaciones entre instituciones y ciudadanía y también entre la propia ciudadanía.

De hecho, una de las mayores sorpresas de l@s junter@s fue que propusiera volver a redactar la Norma, pero esta vez con la participación de la gente. No se podía entender que una norma piropeada por empresas y emprendedor@s de la participación, elaborada por técnic@s y polític@s, y puesta a exposición pública, no fuera una de las mejores normas de Europa. El tema no está en la calidad del contenido (que entre otras cosas es insuficiente) sino en las formas de relación que han dado origen a la Norma y que se ponen como ejemplo del funcionamiento social. Por ello, también se extrañaban de que cuestionara que no tenía nada que ver con la participación el que existiera un departamento específico y encapsulado con dicho nombre.


Bueno, no quiero estropear el final del audio como se hace con las películas de La2. Está interesante y para algunas charlas puede servir para el debate.


Al final, nos fuimos con “el público” (que teníamos nombre) a tomar unas cervezas, y con l@s junter@s que quisieron, que casualmente fueron l@s de Podemos Ahal Dugu.

Aunque parezca que es una cuestión de méritos (que no me faltan) el haber ido a las Juntas Generales es fruto de algo que pasó muchos años atrás y que yo desconocía: un muchacho de Irun (Gipuzkoa), llamado Esteban, camino de una remota playa de Cádiz, paró en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) y pudo escuchar en boca de la gente que se estaba haciendo El Reparto. Después de muchos años, por casualidad, me encuentra en las redes y decide invitarnos a unas cervezas para hablar de qué se podía hacer en Irun. Y en esas andábamos cuando conocimos a María, que, al año siguiente, propuso que ya que había que hacer una evaluación de la Norma, pues que fuera a las Juntas.


Gracias a Maria y a Josetxo, hemos pasado una semana muy grata en Irun, disfrutando de paseos como la subida a la ermita de San Marcial, o el cruce de la frontera a Behobie, o el paseo por la playa de Hendaia... y ese paseo tan bonito de Irugurutzeta. También pudimos disfrutar de la deliciosa charcutería rumana y de las cervezas con Ione, Jesús, Marisa, David y Eri...




Moraleja: El Poder nos conduce y nos dejamos conducir por él. Nos sorprende que el grado de crítica social que tienen much@s de nuestr@s representantes antes de saltar el umbral de las instituciones se vaya diluyendo en la elaboración de escritos, y más escritos... que les roban tiempo para estar con la gente.