miércoles, 17 de junio de 2015

De la seguridad de lo posible a los imaginarios (los imposibles)

Para vivir la complejidad y con ella los imaginarios hay que aprender a afrontar la incertidumbre, que podemos acercarnos a comprender —en palabras de Edgard Morin (2001:101-102)— a partir de cuatro principios:

  • "Un principio de incertidumbre cerebro-mental que se deriva del proceso de traducción/reconstrucción propio de todo conocimiento. 
  • Un principio de incertidumbre lógica. Como decía Pascal muy claramente: Ni la contradicción es señal de falsedad ni la no contradicción es señal de verdad.
  • Un principio de incertidumbre racional, pues la racionalidad, si no mantiene un estado de alerta autocrítica, cae en la racionalización. 
  • Un principio de incertidumbre psicológica. No hay posibilidad de ser totalmente consciente de lo que ocurre en la maquinaria de nuestra mente, que siempre mantiene algo fundamentalmente inconsciente. Existe, pues, la dificultad de realizar un autoexamen crítico de modo que nuestra sinceridad no garantiza la certidumbre; existen límites para cualquier autoconocimiento. (...) Del mismo modo, importa no ser realista en un sentido trivial (adaptarse a lo inmediato), ni irrealista en el mismo sentido (sustraerse de las coacciones de la realidad); lo que conviene es ser realista en el sentido complejo del término: comprender la incertidumbre de lo real, saber que existe una porción de lo posible aún invisible en lo real. 

Esto nos muestra que hay que saber interpretar la realidad antes de reconocer donde está el realismo. Una vez más, llegamos a incertidumbres sobre la realidad que impregnan de incertidumbre la concepción de los realismos y revelan a veces que aparentes irrealismos eran realistas".

En estas espirales nos movemos cuando trabajamos los imaginarios —los imposibles—.



Los imaginarios: la autoestima, la trascendencia de lo cotidiano (saberes, haceres, el repensar la memoria y el enredar cultivos sociales) y la puesta en valor de otr@ (reconocimiento de los liderazgos situacionales), son los que facilitan la complejización de las formas de hacer (ayudándonos a darle profundidad y trascendencia a las preguntas que nos realizamos con los principios de ilusionismo), lo que nos posibilita romper los límites de la realidad establecida. En palabras de J. Ibáñez (1997:395) "cuando algo es necesario e imposible (con las reglas actuales de juego), hay que cambiar las reglas de juego así lo imposible puede llegar hacer posible. Sin utopía, lo real se cierra en los positivo". Por ello, la forma de trabajar con y desde los imaginarios es mediante las actitudes (disposición de ánimo manifestada desde las necesidades para satisfacerlas).

Cuando los sentidos de la creatividad, la oportunidad y la sensibilidad coinciden, se puede hacer un gesto de ilusionismo social. Vale reconocer que en si mismo el acto de ilusionismo social puede ser un hecho sin importancia, pero por estas condiciones puede romper la barrera entre lo posible y lo imposible. Colocándonos en una posición insospechada que posibilita la alegría de sorprendernos haciendo aquello que siempre quisimos... los imaginarios.

Estos procesos de ilusionismo social, al estar basados en el trabajo en los espacios y tiempos cotidianos, nos obligan a utilizar técnicas y herramientas que sean adaptativas, o sea, que no conformen (dimensión estructural), ni atrapen (dimensión distributiva) a la gente; sino que potencien la creatividad y la riqueza generadas en las formas de relación (dimensión dialéctica). Para movernos en esta dimensión debemos aguzar los sentidos con los que saber cómo no separar el pensar, el sentir y el hacer, y así poder adecuar y acompasar nuestros bagajes aprendiendo de otr@s; para hacer trascender, dinamizar y generar mediaciones sociales deseadas, y así poder pasar de la seguridad de lo posible a la esperanza de lo imposible.


La esperanza de lo imposible from ILUSIONISMO SOCIAL on Vimeo.

martes, 16 de junio de 2015

LOS SENTIDOS en el ilusionismo social


Lo que llamamos ilusionismo social: es  una forma de hacer que se basa en la dimensión dialéctica, tiene como punto de partida las metodologías participativas (especialmente la IAP) y se desarrolla en el trabajo con las culturas populares. Como eje central tiene  la dinamización y  generación de mediaciones sociales deseadas en los espacios y tiempos cotidianos; para ello hay que trabajar con y desde la gente, moviéndonos desde la seguridad de lo posible hacia la esperanza de lo imposible, mediante la autogestión de la vida cotidiana. Sin poder diferenciar el pensar y el sentir, la acción y el conocimiento, el reconocimiento  y el aprendizaje de todos los saberes.

Como apunta Jesús Ibáñez (1989:55), unas y otras dimensiones (perspectivas) hacen uso del lenguaje como instrumento, y ese uso acaba transformando el lenguaje: "la perspectiva distributiva cuya aplicación más general es la encuesta estadística, aplica la dimensión referencial del componente simbólico: permite decir cosas (...) (investigación de hechos) -por eso la llamamos deíctica-. La perspectiva estructural, cuya aplicación más general es el grupo de discusión, aplica la dimensión estructural del componente simbólico: permite decir del lenguaje, mediante el lenguaje (investigación de opiniones) —por eso la llamamos anafórica—. La perspectiva dialéctica, cuya aplicación más general es el socioanálisis, aplica el componente semiótico: permite hacer con el lenguaje".

El optar por la perspectiva dialéctica nos ayuda a plantearnos el problema del método y los objetivos a priori; que vamos solucionándolo, poco a poco, haciéndolos desaparecer. Pero esto nos obligaba a percibir más cosas y a dotarnos de un nuevo enfoque para técnicas y herramientas. Para percibir más cosas tuvimos que ir afinando nuestros sentidos, incluso incorporando algunos nuevos...


Para la sociedad del espectáculo hay básicamente dos sentidos, la vista y el oído. Para la biología existen tres más, el gusto, el tacto y el olfato. Hay una perversión en todo esto, lo biológico individualiza los sentidos, manteniendo la seguridad de lo posible. Pero los sentidos no pueden ir por separado, por ello aparecen también ocho más: el sentido de la afectividad, con la que percibimos los sentimientos y emociones que provoca el proceso; el sentido de la sensibilidad, lo que se percibe es el momento en el que se encuentra el proceso y cada uno de los grupos que están inmersos en los mismos; el sentido de la oportunidad, con el que percibimos cuándo y cómo realizar las cosas; el sentido común, con el que percibimos la seguridad de lo posible; el sentido de la creatividad, con la que percibimos con los imaginarios; el sentido del humor, con el que percibiríamos, mediante un simulacro la esperanza de lo imposible; el sentido de la proximidad, con el que percibiríamos la vivencia en los espacios y tiempos cotidianos; el sentido del distanciamiento e identificación con el que percibiríamos la adhesión critica al proceso.

A continuación, realizamos un pequeño esbozo sobre la evolución de lo que hemos venido a denominar como la Jerarquía de los sentidos: basándose en el marxismo, Donald M. Lowe, propone la historia de la percepción como una metodología nueva. Nosotr@s la completamos de la siguiente forma, a la vez que exponemos la línea dominante, incorporamos los ocho sentidos arriba mencionados, ya que a lo largo de la historia con mayor o menor intensidad se han utilizado los trece sentidos:

• El Paleolítico Superior, Neolítico y Surgimiento de las Ciudades: los cinco biológicos, la proximidad y la creatividad.

• La Edad Media: el oído y el tacto sobre la vista, la proximidad y la oportunidad.

• El Renacimiento: del oído y el tacto se pasa a la supremacía de la vista y la creatividad.

• Sociedad Burguesa: extensión de la vista, el gusto, la oportunidad y el distaciamiento-identificación.

• Siglo XX y XXI: la vista y el oído (sociedad del espectáculo), la creatividad y el distaciamiento-identificación.

Nuestra propuesta es:

Los trece sentidos: que la forma de trabajar con y desde los sentidos es mediante las aptitudes (capacitar a una herramienta para ejercer una técnica), son los que posibilitan el poder cambiar las técnicas de orden y su pertinencia en el proceso, adaptan y conectan las técnicas con las herramientas y con las herramientas-técnicas y multiplican las posibilidades de las herramientas-técnicas, abriendo así puertas hacia los imaginarios y la complejidad.


SENTIDOS E IMAGINARIOS EN EL ILUSIONISMO SOCIAL from unilco on Vimeo.

lunes, 15 de junio de 2015

Los principios de ilusionismo: DE OBJETIVOS PARA TODO A FALTA DE OBJETIVOS A PRIORI

Los principios de ilusionismo: son los que nos preguntan sobre cómo tenemos que trabajar las formas de hacer para saber si nos movemos dentro de un proceso de ilusionismo social (lo llamamos principio porque solamente sabemos cómo empezar a enfrentarnos con un proceso, pero no sabemos ni cómo iniciarlo ni cómo se desarrollará...). 

Como plantea el COLECTIVO SITUACIONES: “[...] un conglomerado heterogéneo de reuniones sin más hilo de coherencia que los que de pronto brotan del caos y sin conocer exactamente que desarrollo podremos darle [...]. Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho, todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta”.
 
SENCILLIZANDO
 
Lo importante es cómo y con quién nos encontramos en cada momento; el proceso vital y de transformación, no lo que decidimos de antemano como si fuéramos profetas; que sin contar con nadie ni con las situaciones concretas, podamos lanzar profecías de lo que va a ocurrir en el futuro...Dejando de lado a todas las personas y relaciones con las que nos vamos encontrando.

Sabemos como aclararnos antes de empezar un proceso de participación, pero no sabemos predecir el surgimiento de lo nuevo; puesto que de lo contrario ya no sería nuevo. No sabemos con quienes nos vamos a encontrar, qué es lo que les gusta hacer, cómo se engarzan estos gustos con otros del resto de grupos con los que nos hemos encontrado...Todo esto lo vamos viendo y trabajando sobre la marcha; poniendo en juego los sentidos, los imaginarios, las técnicas y las herramientas. 

COMPLEJIZANDO
 
El final de la investigación no es tan importante como los momentos y espacios que se viven en la misma. El para qué, cómo, con quién,…, se van redefiniendo a lo largo del propio proceso. También lo que se decidió al principio es relativo, lo importante es cómo nos encontramos en cada momento.

Estamos hablando de una forma de hacer que no sea integrista, que no sea rígida, que esté abierta a la influencia del propio proceso, que se vaya enriqueciendo y creciendo con el desarrollo de las propias experiencias, una forma de hacer mestiza... que no preconfigure la realidad, sino que sea un instrumento en manos de la gente para la reproducción ampliada de las formas de vida cotidiana.

Por esto no puede hablarse de objetivos a priori, porque si el investigador/a (solo o con un grupo de elegidos), antes de trabajar con la gente, ya diseña que es lo que hay que conseguir con la investigación, entonces la gente se convierte en mera excusa para conseguir los objetivos a priori, y por arte de magia se convierte en objeto y volvemos a la primera casilla. Como plantea Jesús IBÁÑEZ (1989:74): “no se puede enseñar a investigar, no se puede decir a priori a un investigador cómo se deben diseñar las investigaciones".

En palabras de el COLECTIVO SITUACIONES (Argentina) (2004:102): “Cuando hablamos de talleres y publicaciones como prácticas del colectivo, nos vemos de inmediato en la necesidad de recordar que no existen tales talleres, sino un conglomerado heterogéneo de reuniones sin más hilos de coherencia que los que de pronto brotan del caos y sin conocer exactamente qué desarrollo podremos darle. Algo semejante sucede con las publicaciones: ellas surgen como necesidades provisorias de invocar la presencia de otras experiencias con quienes prolongarnos, pero no representan un estadio necesario de un sistema más vasto.

Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho, todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta. Así, las condiciones mismas del encuentro vienen como anticipadas por la voluntad conjunta de co-investigar, no importa bien qué (el tema puede variar), con tal de que en ese viaje se experimenten modificaciones contundentes, es decir, que se salga de allí con nuevas capacidades de potenciar prácticas”.

No se puede predecir el surgimiento de lo nuevo, de lo contrario no sería nuevo. No se puede conocer la aparición de una creación por anticipado, pues entonces no habría creación”. E. MORIN (2001:97-98).
 

domingo, 14 de junio de 2015

Los principios de ilusionismo: DE LA FALTA DE ÉTICA A LA ÉTICA DE LA COMPRENSIÓN

Los principios de ilusionismo: son los que nos preguntan sobre cómo tenemos que trabajar las formas de hacer para saber si nos movemos dentro de un proceso de ilusionismo social (lo llamamos principio porque solamente sabemos cómo empezar a enfrentarnos con un proceso, pero no sabemos ni cómo iniciarlo ni cómo se desarrollará...). 

Como plantea el COLECTIVO SITUACIONES: “[...] un conglomerado heterogéneo de reuniones sin más hilo de coherencia que los que de pronto brotan del caos y sin conocer exactamente que desarrollo podremos darle [...]. Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho, todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta”.



Sin ética el proceso se convierte en una justificación de las estructuras de poder y control. En el ilusionismo social no es suficiente con tener presente estos principios, sino que no hay que perder de vista el trasfondo praxeológico: que la gente sea protagonista de su propia vida; sin esta reflexión en el proceso las formas de hacer dejan de ser dialéctica.

“La ética de la comprensión es un arte de vivir que pide, en primer lugar, que comprendamos de forma desinteresada. Exige un gran esfuerzo, ya que no cabe esperar ninguna reciprocidad: aquel que está amenazado de muerte por un fanático comprende por qué el fanático quiere matarlo, a sabiendas de que éste no le comprenderá jamás. Comprender al fanático incapaz de comprendernos es comprender las raíces, las formas y manifestaciones del fanatismo humano. Es comprender por qué y cómo se odia o se desprecia. La ética de la comprensión nos pide comprender la incomprensión.

La ética de la comprensión pide argumentar y refutar en vez de excomulgar y anatematizar. Encerrar en la noción de traidor lo que es fruto de una inteligibilidad más amplia impide que reconozcamos el error, la deriva, las ideologías o los desvíos.

La comprensión no excusa ni acusa: nos pide que evitemos condenar perentoriamente y de manera irremediable, como si uno mismo no hubiera experimentado nunca la debilidad ni cometido errores. Si sabemos comprender antes de condenar, estaremos en la vía de la humanización de las relaciones humanas.

La comprensión se ve favorecida por: El “bien pensar”: Éste es el modo de pensar que permite aprehender de forma conjunta el texto y el contexto, el ser y su entorno, lo local y lo global, lo multidimensional, en resumen, lo complejo; es decir, las condiciones del comportamiento humano. Nos permite asimismo comprender las condiciones objetivas y subjetivas (self-deception, enajenación por la fe, delirios e histerias).


La introspección: Es necesario practicar el autoexamen personal de forma permanente, ya que comprender nuestras propias debilidades o faltas es el camino que no llevará a comprender a los demás. Si descubrimos que somos seres débiles, frágiles, insuficientes y con carencias, entonces seremos capaces de descubrir que todos necesitamos de una compresión mutua.

La introspección crítica nos permite descentrarnos relativamente en relación a nosotros mismos y, por consiguiente, reconocer y juzgar nuestro egocentrismo. Nos permite dejar de asumir la posición de juez en todas las cosas1.

La interiorización de la tolerancia: La verdadera tolerancia no es indiferencia a las ideas o escepticismo generalizados; supone en realidad una convicción, una fe, una elección ética y, al mismo tiempo, la aceptación de la expresión de las ideas, convicciones y elecciones contrarias a las nuestras. La tolerancia supone sufrimiento al tener que soportar la expresión de ideas negativas o, a nuestro juicio, nefastas, y una voluntad de asumir este sufrimiento.

Existen cuatro grados de tolerancia. El primero, expresado por VOLTAIRE, nos obliga a respetar el derecho de manifestar opiniones que consideramos innobles; no se trata de respetar lo innoble, se trata de evitar que impongamos nuestra propia concepción de lo innoble para prohibir una opinión. El segundo grado es inseparable de la opción democrática: lo característico de la democracia es alimentarse de opiniones diversas y antagónicas; así, el principio democrático ordena que cada uno respete la expresión de ideas antagónicas a las suyas. El tercer grado obedece al concepto de Niels BOHR, para quien lo contrario de una idea profunda es otra idea antagónica a la nuestra contiene una verdad, y es esta verdad lo que hay que respetar. El cuarto grado proviene de la conciencia de la enajenación humana provocada por los mitos, ideologías, ideas o dioses, así como de la conciencia de las perturbaciones que llevan a los individuos mucho más lejos y a un lugar diferente de aquél adonde quieren ir. La tolerancia vale, claro está, para las ideas, no para los insultos, agresiones o actos homicidas (…). Una ética propiamente humana, es decir una antropo-ética, debe considerarse como una ética del bucle de los tres términos individuo-sociedad-especie, de donde surgen nuestra conciencia y nuestro espír itu propiamente humanos. Ésa es la base para enseñar la ética del futuro”. E. MORIN (2001:120-124, 130).

La ética de l@s dinamizador@s (investigador/a, polític@, interventor/a social...) comienza desde antes del inicio, en la primera negociación, no se puede negociar nada que no esté basado en el pilar de que se tienen que aceptar las decisiones populares, y en el que si no se aceptan en un momento determinado, desengañando a la gente con la que se venía trabajando, hay que asumir que la única decisión ética es marcharse.

Lejos de transformar según criterios técnicos a las personas o los grupos con los que se trabaja, y lejos de intentar perpetuar situaciones de desigualdad estructural para mantener el puesto de trabajo, l@s dinamizador@s deben ser también parte del proceso aunque al provocar la autogestión comunitaria deben tender a desaparecer con el tiempo. Esta es la contradicción del dinamizador/a, y por ello, también, es tan importante la ética.

jueves, 4 de junio de 2015

Los principios de ilusionismo: MODELOS DE COMUNICACIÓN MULTIDIRECCIONALES

Los principios de ilusionismo: son los que nos preguntan sobre cómo tenemos que trabajar las formas de hacer para saber si nos movemos dentro de un proceso de ilusionismo social (lo llamamos principio porque solamente sabemos cómo empezar a enfrentarnos con un proceso, pero no sabemos ni cómo iniciarlo ni cómo se desarrollará...). 

Como plantea el COLECTIVO SITUACIONES: “[...] un conglomerado heterogéneo de reuniones sin más hilo de coherencia que los que de pronto brotan del caos y sin conocer exactamente que desarrollo podremos darle [...]. Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho, todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta”.

SENCILLIZANDO

Desde las nuevas tecnologías de la comunicación (TV a la carta, facebook, twitter, google+, tuenti, etc) se está intentando cambiar las formas de estar juntos/as extendiendo los horarios y territorios al ámbito doméstico; desplazando cada vez más los espacios y los tiempos a lugares menos centrales de la vida cotidiana. Se tiene la impresión de que todo llega a tu sillón, estás en el mundo sin necesidad de moverte, convirtiendo el tiempo en un eterno presente (en un horario sin fin) y el espacio en el territorio de tu casa, en un mundo controlado desde tu comedor. Al mismo tiempo que estas mediaciones sociales impuestas por el mercado y el estado y consentidas por la mayoría social, existen otros tipos de comunicación generados por la mayoría social que consiente lo establecido y, al mismo tiempo crea comunicaciones populares y alternativas al propio sistema dominante; desde el caos creativo y la incertidumbre. Por ejemplo: personas que consienten al ver una telenovela comercial todos los días, pero que generan debates (sobre la comunidad y teniendo como excusa esta telenovela) en los espacios y tiempos cotidianos, con otras personas que también la están viendo.

Son estas comunicaciones en espacios y tiempos cotidianos, en medios de comunicación alternativos y en otros medios tradicionales, en horarios y territorios a los que se le da un uso distinto al preestablecido: las que abriendo puentes entre las formas de resistencia a la comunicación oficial y de masas crean nuevas formas de comunicación que caminan hacia nuevas vías de innovación creativa y que nos abrirían 3 nuevos ámbitos de trabajo:
  • Lo escrito alternativo (que incluye las formas alternativas de Internet y prensa).
  • Lo audiovisual popular y alternativo (que incluye las formas de manifestaciones populares, lo comercial de crítica al sistema, y lo antisistema).
  • Lo oral popular (que es lo que menos se pone en valor pero lo que mejor se puede autogestionar y recrear).

COMPLEJIZANDO

En el espacio de la comunicación de masas -los no lugares de la comunicación- el individuo ya no es quien comunica, sino aquello de lo que se apodera la comunicación; naciendo un nuevo orden en el que sólo cabe una participación controlada en la construcción de la realidad social, a través de la red de los mass-media, y donde de manera irremediable asistimos a un “debilitamiento de lo real”. Esto es debido a los condicionantes infraestructurales que caracterizan a los medios de comunicación de masas. Desde las nuevas tecnologías de la comunicación se está intentando cambiar las formas de estar juntos, transformando las percepciones sobre el espacio y el tiempo. Como plantea Jesús MARTÍN-BARBERO se está propiciando “una desterritorialización de los mapas mentales”, trastocando la concepción de lo próximo y lo lejano. Convirtiendo la experiencia doméstica, en un territorio virtual al que, como plantea Paul VIRILIO “todo llega sin que haya que partir”, por la  omnipresencia de la televisión e internet en las relaciones. El tiempo se convierte en un eterno presente que debilita las experiencias del pasado e imposibilita las transformaciones futuras.
 
En-frente a estos procesos, que muchos califican de homogeneización e imposición/consentimiento de un pensamiento único, hay otros espacios de comunicación, y por tanto de definición de la realidad y  las formas de satisfacer las necesidades  sociales, que son capaces de contrarrestar ese efecto de masificación, con vista a poder interactuar, de manera crítica y constructiva. Las mediaciones institucionales entran así en conflicto al intentar conseguir que los ciudadanos concluyan en la misma visión del mundo: se produce la tensión entre las mediaciones impuestas o consentidas y las deseadas. Junto a esta colonización del mundo de la vida por parte de las instituciones y del mercado encontramos una sociedad compleja con multitud de grupos diferentes, donde las situaciones y las reflexiones sobre su sentido son constantemente re-negociadas/re-definidas desde los múltiples cultivos sociales con las que se enredan, interactúan y donde, indudablemente encontramos conflictos como base de una sociedad profundamente desigual.  


En estos cultivos sociales, priman procesos de comunicación multidireccionales, que suponen espacios de interacción y de transformación continua entre las personas, resultando imprescindibles en la construcción de la realidad social. Apunta U. HANNERZ, que  desde el plano individual inciden en una mayor participación en el intercambio de significados sobre la realidad social, lo que propicia un cierto tipo de conciencia compartida donde desde perspectivas diferentes de participación se puede llegar a crear una conciencia colectiva, desde la información de unos a otros sobre sus percepciones de la realidad. Esta participación, trabaja desde procesos de “construcción social de la realidad” BERGER y LUCKMANN, pero también de deconstrucción en la medida que permite poner en cuestionamiento los sistemas individuales de significación. Puede decirse, que éste es un proceso de desempoderamiento, pues posibilita una plurideterminación de la realidad social; dotando a los grupos sociales de capacidad para tener su propia  “versión de realidad”, y situarla —y de este modo situarse— en-frente a la realidad institucionalizada.

La comunicación así entendida, estaría vinculada a los actos fundamentales de las personas, al unir la participación en la construcción de los significados, de la acción y de lo sentido;  resultando un ámbito imprescindible para la construcción de una ciudadanía con una “densidad social crítica” que le permita tomar parte en las decisiones que le afectan de forma común, impidiendo la absorción de la sociedad por parte del Mercado o del Estado. Esto supone, la existencia de un ecosistema que permita el crecimiento de las personas, y que las personas puedan incidir en la construcción del ecosistema. Hablar de desarrollo social desde estos paradigmas implica fomentar las relaciones entre los individuos desde parámetros de cooperación; incidir en la capacidad de acción desde el conocimiento de sus entornos; aumentar la libertad desde la autonomía que supone estar vinculados a múltiples cultivos sociales, que generan información y procesos de comunicación (como intercambio y construcción de saberes, haceres y sentimientos) que habilitan y posibilitan la acción social; en una sociedad profundamente desigual, pero que paradójicamente sirve de punto de partida para nuevas vivencias y formas de vivir los imposibles.

Incidimos en que la reflexión sobre el sentido de lo humano está muy relacionada con la vivencia de la sociedad, de la comunidad, de la ciudad, del barrio, de la familia...;  desde la participación en cada espacio, desde la vivencia de su configuración,  apoyada en un modelo de comunicación que re-cree encuentros culturales/vivenciales; es decir, de procesos de socialización donde se re-construyan y expliciten los saberes/sentires/haceres de los distintos grupos.

Podríamos hablar de cuatro tipos de comunicación: la oficial y la de masas (que constituyen la comunicación dominante), las populares y la alternativa (que constituyen dos formas diferentes de respuestas/resistencias). Nos vamos a centrar en estas últimas.

Las comunicaciones populares y la comunicación alternativa constituyen dos enfoques distintos que comparten una misma preocupación e inquietud: la transformación de la realidad. Sin embargo, resulta arriesgado determinar con exactitud qué son las comunicaciones populares y qué es comunicación alternativa, de hecho, son dos términos que a menudo son confundidos por los teóricos e investigadores de estas materias al no existir delimitaciones claras. A pesar de ello, consideramos imprescindible conocer las funciones, premisas, formas de trabajo que caracterizan a estos tipos de comunicación, pues el no comprender la diferencia entre ellos y no saber desde dónde se parte y qué limitaciones existen en el ejercicio concreto de cada una de estas formas de comunicación puede suponer la paralización del trabajo con la gente, así como la imposibilidad de trabajar verdaderas formas transformadoras de comunicación.

Apuntamos, a este respecto, algunas diferencias clave que hallamos al reflexionar sobre estos modos de comunicación:
 
  • Las comunicaciones populares se debaten entre la confianza de lo posible y la esperanza de lo imposible: consiste en poner en práctica el ilusionismo social que hace posible lo que aparentemente es imposible. Lo alternativo busca, sin embargo, un modelo distinto, otro, rechazando las formas actuales.
  • Las comunicaciones populares implican formas de relación con la comunicación de masas desde los tiempos y espacios cotidianos, mientras que la comunicación alternativa implica transformar las lógicas de los procesos de comunicación. Por lo tanto, las primera se apoyan en la reversión de las lógicas de comunicación dominante y la segunda en la subversión de las mismas.
  • Otra de las diferencias fundamentales entre las comunicaciones populares y la alternativa, es que cuando se trabaja desde lo popular se emplea el distanciamiento y la identificación3 al mismo tiempo. Sin embargo, lo alternativo lo propone por separado.
  • Estas dos formas de trabajo se encuentran, asimismo, con dos limitaciones importantes que son la base de su incomprensión: lo alternativo halla su límite en la confusión de la cultura de masas con las culturas populares. Lo popular, por su parte, al ver las formas de expresión de lo oficial y de lo alternativo como parecidas es incapaz de diferenciar los mensajes de uno y de otro.

Entender las diferencias fundamentales entre lo alternativo y lo popular y conocer sus limitaciones permitirá desarrollar herramientas y formas de trabajo conscientes hacia otro tipo de transformación a partir de la comunicación. Para ello hacemos especial hincapié en abrir puentes.

Una comunicación, así concebida, frente a la concepción clásica que se tiene del proceso y producción comunicativa, ha de convertirse en el lugar mismo de los procesos de transformación, no como un elemento accesorio o un mero instrumento al servicio del cambio,  apostando por los diálogos y por los procesos educativos que se activan en el mismo acto comunicativo. Esto pasa por conciliar los modos alternativos de comunicación con los modos populares. Significa, por todo ello, no abandonar a toda costa lo masivo, aprovechar su potencialidad como mediador social desde los tiempos y espacios cotidianos.  Esto supone no descuidar las formas de comunicar, aprovechar las estéticas y las narrativas usadas por la cultura masiva que permiten que el goce y la comunicación se produzcan, frente a la obsesión por el contenido como lo único  imprescindible del mensaje.

En los procesos de construcción colectiva ninguna comunicación puede ser impuesta, sino deseada, y este deseo debe llevar consigo la apropiación. Jesús MARTÍN-BARBERO plantea precisamente que sean los grupos y las clases oprimidas o dominadas las que tomen la palabra con el fin de transformar la forma opresora o dominante de la comunicación: es decir, –como bien expresa en palabras de VIDAL BENEYTO– que lo alternativo devenga forzosamente en lo popular para no convertirse en máquina de dominio. Esta reflexión no puede sino emerger de la propia crítica a las estructuras dominantes de producción de información que bajo el concepto de mercancía determinan los modos de comunicación. El punto de arranque para la puesta en valor y reinvención de la vida cotidiana es la recuperación de experiencias, la autogestión de vivencias y la reconstrucción de la  memoria; y para ello es importantísimo la comunicación y las formas de expresión oral. Punto de arranque y primer freno a la colonización  de la vida cotidiana. A partir de aquí, hay que poner en juego las habilidades colectivas unidas a los sentidos de sensibilidad y oportunidad; para saber en cada momento hacia donde cerramos para abrir, porque si cerramos para cerrar fomentamos la fosilización, y si abrimos para abrir, sin tener en cuenta que sólo puede abrirse hacia abajo, fomentamos los valores de la cultura de masas.

La oralidad no es la forma de expresión de las personas que no saben escribir, es de las que, por su posición asimétrica con respecto al poder, sólo pueden transmitir sus historias verbalmente; es la forma de las personas desposeídas: por no tener dinero, por no ejercer el poder político, por no pertenecer al género, la edad o la cultura dominante...

La oralidad es la forma de expresión de la mayoría social a la que aún no han podido robarle el conocimiento, los recursos y las formas de transmisión de las narraciones orales; que al tener un soporte tecnológico descentrado facilitan la resistencia, el ser autogestionadas, y el poder ser apropiadas fácilmente por la gente. En palabras de Emmanuel LIZCANO (1984:10) “que la escritura tenga un bien ganado prestigio por el impulso que haya podido dar a la ciencia, que quien esto escribe saque de ella no sólo sustento sino hasta placer físico, no autoriza a nadie a desertizar el suelo de las culturas orales. No tendrán escritura, pero tienen otros logros de los que nosotros carecemos, y –que yo sepa- nunca han emprendido campañas de oralización que llevaran a la hoguera nuestros libros como formas de superstición e incultura. Gentes de letras y gobierno: las culturas del verbo no habitan tan solo en continentes lejanos. Gitanos y euskaros, gallegos y andaluces, nuestros propios críos y hasta los abismos inconscientes que anidan en cada uno de nosotros, tan letrados, tienen su palabra. Como sabía Juan de Mairena, aún ‘es muy posible que, entre nosotros, el saber universitario no pueda competir con el floklore, con el saber popular’. ¡Dejadles, dejadnos, dejémonos en paz”.

O como nos plantea Hans Magnus ENZENSVERGER (1986:7) “nunca se trató de allanar el camino a la cultura escrita y mucho menos aún de liberar a los hombres de su minoría de edad. El progreso del que se hablaba era un asunto muy diferente. Consistía en amaestrar a los analfabetos a la más baja entre las clases de hombre, en arrebatarles su fantasía y su obstinación para, en adelante, no explotar solamente la fuerza de sus músculos y la habilidad de sus manos, sino también su cerebro”.  Letra que es ley, abstracción, burocracia y planificación: sumisión de la posible vida indefinida a una norma fija, intemporal, que diría   Agustín GARCÍA CALVO. “Espíritu que es, para todas las culturas del verbo, soplo, oralidad, expulsión de aire en un pronunciar que crea. En su modo oral, la lengua es órgano y palabra, liga ‘lo fisiológico y lo psicológico (y lo lógico), da primacía al ritmo y a la pausa, subordina lo oratorio a lo respiratorio, la representación a la acción, la idea a la emoción, en expresión de DUMÉRY. En ella, hasta el silencio es elocuente” (Emmanuel LIZCANO, 1984:10).


miércoles, 3 de junio de 2015

Los principios de ilusionismo: LAS CULTURAS POPULARES COMO RECURSO CREATIVO.

Los principios de ilusionismo: son los que nos preguntan sobre cómo tenemos que trabajar las formas de hacer para saber si nos movemos dentro de un proceso de ilusionismo social (lo llamamos principio porque solamente sabemos cómo empezar a enfrentarnos con un proceso, pero no sabemos ni cómo iniciarlo ni cómo se desarrollará...). 

Como plantea el COLECTIVO SITUACIONES: “[...] un conglomerado heterogéneo de reuniones sin más hilo de coherencia que los que de pronto brotan del caos y sin conocer exactamente que desarrollo podremos darle [...]. Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho, todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta”.

INTRODUCCIÓN

El saber, el conocimiento, está secuestrado por la Ciencia; pero el saber a lo largo de la historia no ha sido algo de unas pocas personas, ni de ninguna institución; sino que surge del intercambio, del encuentro, del paso...la Ciencia crea una separación falsa entre las personas que saben y las ignorantes. Esta misma falsedad se traslada a una nueva dualidad (una nueva partición o división): los países ricos que son los que saben y crean la tecnología y los países pobres que ni trabajan ni entienden de nada (son dignos de nuestra ayuda o caridad).

Esto “además de ser falso” es simplificador y discriminatorio. Muchos conocimientos surgen desde las relaciones populares (de las supuestas personas ignorantes) , por ejemplo: en la cocina la asociación de alimentos viene de la mano de los saberes transmitidos oralmente y enriquecidos a lo largo de la historia como el caso de las lentejas con arroz que durante muchos años se ha dicho que es ejemplo de la ignorancia de la cocina popular porque ambos tienen muchos hidratos de carbono, pero después de muchos estudios científicos se ha descubierto que el arroz es el único elemento que hace posible fijar al cuerpo el hierro de las lentejas. Podríamos poner otros muchos ejemplos en ámbitos como el diseño, la física,...

En realidad, la complejidad nos empuja a entretejer los saberes populares con los saberes científicos, fruto de diversas experiencias y de diversas lógicas a la hora de construir el conocimiento. Además el reconocimiento de este entretejer nos daría pie a pasar de lo complejo a lo sencillo, usando los propios canales de las culturas populares. Potenciando también una autogestión de todos estos saberes tanto de los grupos científicos como de los grupos cotidianos. 



REPITIENDO CREATIVAMENTE

Hay que resaltar que no sólo existe producción cultural y de conocimiento desde la Ciencia, sino que también desde los saberes populares. Además se comprende que el pensamiento no es estático, sino que surge del intercambio, del encuentro y del paso.

La Ciencia dominante, que es la ciencia del orden, sólo se adentra en el caos para alinear elementos... Una ciencia social debe de impregnarse y repensarse desde el intercambiar con otras lógicas de pensamiento, sentimiento y acción, entrelazándose con los sujetos colectivos o en los cultivos sociales; y por lo tanto, sumergiéndose en la lógicas/alógicas, tiempos y espacios de las culturas populares.

“El problema no se plantea solamente por la crisis o la guerra. Es un problema de la vida cotidiana: el desarrollo de la tecnoburocracia instala el reino de los expertos en todos los campos que hasta ahora dependían de discusiones y decisiones políticas y suplanta a los ciudadanos en los campos abiertos a las manipulaciones biológicas de la paternidad, la maternidad, el nacimiento o la muerte. Estos problemas no han entrado en la conciencia política ni en el debate democrático del siglo XX salvo en casos contados.

En el fondo, la fosa que se agranda entre una tecnociencia esotérica, hiperespecializada y los ciudadanos, crea una dualidad entre los conocientes –cuyo conocimiento es parcelado, incapaz de contextualizar y globaliza– y los ignorantes, es decir el conjunto de los ciudadanos. Así se crea una nueva fractura de la sociedad entre una “nueva clase” y los ciudadanos. El mismo proceso se da en el acceso a las nuevas tecnologías de comunicación entre los países ricos y los países pobres.

Los ciudadanos son rechazados de los asuntos políticos, cada vez más acaparados por los “expertos” y la dominación de la “nueva clase” impide, en realidad, la democratización del conocimiento”. E. MORIN (2001:136-137).

Desde el ilusionismo social, como ya hemos dicho, lo que se pretende es trabajar con y desde la gente, para ello lo importante es sumergirse en las propias construcciones y manifestaciones culturales para poder complejizarnos desde el recurso creativo que supone las culturas populares. Desde hace años estamos empeñados en trabajar las culturas populares como formas de hacer nuestro trabajo, para ello tenemos que tener en cuenta las siguientes cuestiones:

  • Las culturas populares al ser formas de vida que no pueden ser explicables sin sentirlas/hacerlas/pensarlas en los espacios y tiempos cotidianos, siendo generadas por repetición creativa; son una expresión clara del concepto de complejidad.
  • Son las culturas populares las que tienen capacidad de transformar: la diversidad y la horizontalidad, unidas a la capacidad de adaptación, de resistencia y del disfrute de la vida cotidiana son potenciales generadores de procesos comunitarios de transformación (de pensar/sentir/hacer un nosotr@s).
  • Las culturas populares recuperan y revitalizan saberes colectivos que junto a los intercambios, trueques espontáneos, cultivos sociales, apoyos mutuos, vínculos afectivos, desaprendizajes y apertura a nuevos aprendizajes...  constituyen una fuente inagotable de conocimiento.


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Esta apelación al nosotr@s, que se potencia desde las culturas populares, es la que intenta ser eliminada por la sociedad de consumo mediante la simplificación, la manipulación y la individualización, buscando la identificación de los individuos con los modelos de la cultura de masas donde el nosotr@s (construido colectivamente) pasa a ser un yo socializado (utilizando la familia como catalizador),o sea un individuo que al mismo tiempo que se siente único se reconoce (a través del consumo) como miembro de los no excluidos socialmente. Es por eliminar este nosotr@s por lo que la tecnocracia abandona el discurso ideológico, y abandera el ideal científico-técnico que promete como horizonte la liberación del individuo; arropado por la cultura de masas que hace trascender lo cotidiano de forma desestructurada y vertical. Frente a esto, cuando lo cotidiano transciende a través de sus propios cultivos sociales, y su forma de apropiación es horizontal, nos encontramos con las culturas populares y sus formas ambivalentes y descentradas de construcciones alternativas. 

Nuestra acción no debe centrarse en la toma del poder (ya sea de forma en que una vanguardia promueve la insurrección, o en que una vanguardia organiza un partido y gana las elecciones), ni en el  empoderamiento (que al fin y al cabo es una toma de poder, habitualmente en el marco de las lógicas dominantes); sino en la autogestión colectiva del poder con el horizonte utópico de su disolución (el desempoderamiento). La autogestión nos cambia la mirada desde la toma del poder al poder hacer, lo que implica saberes, habilidades y quereres. Además, siempre hace referencia a una dimensión colectiva que parte del flujo social, del hacer de otr@s y con otr@s.

No podemos hablar de las culturas populares en singular, porque no hay una cultura popular, sino muchas y diversas culturas populares. Como bien dice Jesús MARTÍN-BARBERO (2007:86), “lo popular no es homogéneo, y es necesario estudiarlo en el ambiguo y conflictivo proceso en que se produce y emerge hoy”. Así lo que podemos decir, es que existen unas propiedades diferenciadoras, particularidades, peculiaridades, características, en definitiva: unos puntos, que son los que estamos desarrollando y que nos acercan a las culturas populares como una forma de entender, sentir y hacer las cosas.

Los contenidos son excusas para juntarse, pero son las formas de relación las que definen las culturas populares. Lo importante está en cambiar las formas de relación y no a las personas. Una de las razones de por qué desde las culturas populares es desde donde se cambian las cosas es esto. Al cambiar las formas de relación estamos transformando, al cambiar los contenidos estamos camuflando. A menudo las culturas populares son catalogadas de pasivas y apáticas cuando no acuden a los llamamientos en formato convocatoria de las organizaciones (políticas, sindicales, sociales...). Sin embargo, las culturas populares se mueven con otras formas de relación, y por lo tanto las formas de participar también son distintas.

 ”La aventura incierta de la humanidad es una repetición dentro de su esfera de la aventura incierta del cosmos, que nació de un accidente impensable para nosotros y que prosigue en un devenir de creaciones y de destrucciones”. E. MORIN (2001:100). Lo cotidiano parece que es siempre igual, parece rutinario, pero en realidad no es así, no se habla de lo mismo siempre, se potencian cosas que se hablaron otros días, la comida también cambia… es una repetición que te puede hacer crear cosas nuevas. Se va innovando sobre lo ya creado. Mientras que la sociedad del espectáculo está hecha para contener tu vida día a día. Al no relacionarte, solo ver y oír, no puedes reaccionar. Es la simplificación de esto lo que hace que en muchas ocasiones, se confunda la vida cotidiana con la cultura de masas, cuando lo que se pretende desde el mercado y el estado hegemónico es la colonización de la vida cotidiana, y la suplantación de las culturas populares por la cultura de masas. En realidad, muchos de los teóricos de la transformación abogan por la ruptura de la esclavitud y alienación que supone la vida cotidiana; ayudando así al objetivo marcado por aquellos que consideran antagonistas.
 

martes, 2 de junio de 2015

Principios de ilusionismo: TÉCNICAS Y HERRAMIENTAS QUE SE ADAPTEN A LA PLURALIDAD Y A LOS PROBLEMAS A RESOLVER

Los principios de ilusionismo: son los que nos preguntan sobre cómo tenemos que trabajar las formas de hacer para saber si nos movemos dentro de un proceso de ilusionismo social (lo llamamos principio porque solamente sabemos cómo empezar a enfrentarnos con un proceso, pero no sabemos ni cómo iniciarlo ni cómo se desarrollará...). 

Como plantea el COLECTIVO SITUACIONES: “[...] un conglomerado heterogéneo de reuniones sin más hilo de coherencia que los que de pronto brotan del caos y sin conocer exactamente que desarrollo podremos darle [...]. Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho, todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta”.

Debemos tener la capacidad de modificar las técnicas y las herramientas según las situaciones que nos vayamos encontrando en los proyectos, y no sólo en los proyectos escritos, sino con la gente con que tenemos que trabajar esos proyectos.
 
Lo contrario sería pasar por encima de la gente al utilizar técnicas y herramientas cerradas, y acabadas, no teniendo en cuenta el grupo humano con el que se trabaja. Es necesario, que la gente no quede atrapada y conformada con las técnicas y herramientas que utilicemos, para ello hay que   inventar, recrear, construir nuevas técnicas y herramientas que se adapten a la gente, permitiendo conocer transformando a la vez.

Para que esto ocurra, es necesario estar en los sitios, es decir en los espacios y los tiempos cotidianos. Para no perdernos en estos espacios y tiempos, es importante utilizar el mapeo de relaciones. Probablemente sea la única herramienta que deba aparecer en algún momento en  cualquier proceso de ilusionismo social, sin olvidar que debe adaptarse a cada situación y que existen muchos mapas.

Aterrizando en la experiencia de El Palomo, vemos como la telenovela “María Paloma. Pasión de Palomares” o “El tendedero de los deseos. Debates públicos sobre el futuro de Palomares”, son herramientas encontradas en el propio proceso. Ambas nos permiten participar en la complejidad de las relaciones sociales transformándolas, pues hacen posible que la gente entre y salga según sus tiempos y estén en los espacios de su vida cotidiana. Para ello ha sido fundamental combinar estas herramientas con el mapeo, que nos desvela dónde y cuando proyectar los capítulos, y dónde y cuándo tender las propuestas vecinales sobre las necesidades identificadas de forma colectiva. Todo ello provoca un proceso de toma de decisiones continua, a través de la sistematización/construcción/deconstrucción de la información, y que hace posible reelaborar colectivamente una y otra vez.

lunes, 1 de junio de 2015

Principios de ilusionismo: TRABAJANDO CON/DESDE LA COMPLEJIDAD: CONOCIMIENTO, ACCIÓN Y SENTIMIENTO APARECEN UNIDOS EN UNA RELACIÓN DIALÉCTICA

Los principios de ilusionismo: son los que nos preguntan sobre cómo tenemos que trabajar las formas de hacer para saber si nos movemos dentro de un proceso de ilusionismo social (lo llamamos principio porque solamente sabemos cómo empezar a enfrentarnos con un proceso, pero no sabemos ni cómo iniciarlo ni cómo se desarrollará...). 

Como plantea el COLECTIVO SITUACIONES: “[...] un conglomerado heterogéneo de reuniones sin más hilo de coherencia que los que de pronto brotan del caos y sin conocer exactamente que desarrollo podremos darle [...]. Así que sabemos sólo como comenzar. Y esto muy relativamente. De hecho, todos los procedimientos (dispositivos) que preparamos suelen mostrarse auténticamente improcedentes ante la textura de la situación concreta”.

DE LO SIMPLE A LO COMPLEJO Y DE LO COMPLEJO A LO SENCILLO.

Si hacemos lo que nos mandan, o repetimos repetitivamente lo que nos enseñan, estamos en lo simple: separamos lo que hacemos de lo que pensamos y de lo que sentimos; y al separarlos simplificamos toda nuestra riqueza personal y colectiva. Complejo significa: lo que está tejido junto y en un movimiento conjunto.

Para trabajar la complejidad hay que tejer colectivamente, o sea individualmente, grupalmente y con otros grupos (intergrupalmente); conectando, así, diversos grupos y personas a través de inquietudes comunes y/o complementarias. Por ejemplo a un grupo le gusta el teatro, a una persona pintar y a otro grupo la música: podemos conectarlos haciendo un musical con decorados pintados a mano..., lo mismo podríamos hacer con un
carnaval.

Y al trabajar esta complejidad de forma comunitaria, mediante formas de entender el mundo desde nuestra comunidad lo complejo lo hacemos sencillo. Por ejemplo un musical basado en historias orales de la comunidad (ahí estamos enredando a otros grupos) y con decorados de nuestras calles antiguas y con música que fusiona los ritmos modernos con los antiguos de nuestra comunidad.... Al final se junta más gente y gusta más y se entiende mejor (más sencillo, que no es lo mismo que más simple, como hemos visto).


PROFUNDIZANDO UN POCO MÁS EN ESPIRAL
Desde los sofistas presocráticos se viene planteando esta situación que nos llega con los aromas de la primera dialéctica del s. VI a. c. No se puede separar el fluir del conocimiento para fluir, ni el conocimiento de fluir del acto de fluir, ni el acto de fluir del sentir el propio fluir. En la agricultura el manejo de las plantas da conocimiento al agrónomo, y el conocimiento agronómico posibilita el manejo de las plantas y el sentir la relación inseparable naturaleza/sociedad. El conocimiento libera la acción (rompiendo los límites de lo posible) y la acción desencadena el conocimiento (viviendo lo imposible) y el sentimiento sirve de catalizador de los imaginarios.

Por tanto, como plantea E. MORIN (2001:46-47) “las unidades complejas, como el ser humano o la sociedad, son multidimensionales; así el ser humano es a la vez biológico, psíquico, social, afectivo y racional. La sociedad comporta dimensiones históricas, económicas, sociológicas y religiosas... El conocimiento pertinente  debe reconocer esta multidimensionalidad e insertar en ella sus datos”. Para profundizar sobre la complejidad

El futuro sin pasado es el paraíso, nuestra autonegación absoluta. El pasado, el presente y el futuro por separado es el progreso lineal, la negación de la complejidad. El presente sin futuro tiende a convertirse en inmediatismo; aquí te pillo, aquí te mato. El futuro sin presente es la pura evasión; el espectáculo de lo que nunca llega. El presente sin pasado es el conformismo de dejar las cosas como están; la seguridad de lo posible.

El conocimiento no va separado de la propia acción ni del sentir, son la misma cosa, no hay momentos separados como plantean las ciencias sociales de corte estructural, van unidos, no se puede pensar por separado la investigación, el pensar, la acción, la participación y los sentimientos, porque eso sería algo ficticio que en el mundo no pasa, y lo que queremos son formas de hacer que nos ayuden a transformar el mundos. Separando conocimiento, acción y sentimiento, sujetamos a los sujetos a la acción y a los investigadores al conocimiento, o en el mejor de los casos provocamos desdoble de personalidad tipo sicosis (cuando sentimos la esquizofrenia de este desdoble)… Un proceso sólo es sostenible en la unión y la continua generación de conocimiento, acción y sentimiento. Ocurre que si sólo enfocamos nuestras investigaciones y proyectos en el pensar estaremos poniendo todo el  énfasis en el vanguardismo, igualmente trabajando el sentir, exclusivamente, estaremos interviniendo y potenciando el asistencialismo y por último si nuestras energías y capacidades las concentramos en el hacer dejando a un lado el sentir y pensar acabaremos en el más puro activismo. En las investigaciones se producen conocimiento, acción y sentimiento con los grupos y desde los grupos. Es un continuo trabajo de reflexión colectiva, de sentimiento y acción desde la comunidad.